El suministro de agua dulce, reconocido en este Día Mundial de la Alimentación como fuente de la seguridad alimentaria, está en peligro por la degradación cada vez mayor de los ecosistemas montañosos.
A menudo se llama a las montañas «torres de agua» de la naturaleza. Interceptan el aire que circula por el planeta y lo hacen subir, donde se condensa y forma nubes que proporcionan lluvias y nieve. Los principales ríos del mundo, desde el río Grande hasta el Nilo, nacen en las montañas.
En consecuencia, una de cada dos personas bebe agua procedente de las montañas. Mil millones de chinos, indios y bengalíes, 250 millones de africanos y toda la población de California, en los Estados Unidos, son de los tres mil millones de personas que dependen de la conservación del agua de las montañas. Todos los días el agua de las montañas activa las turbinas hidroeléctricas, contribuye a los procesos industriales, riega las tierras agrícolas y apaga la sed.
Sin embargo, pese a todas las personas que dependen de ella, el futuro del agua de las montañas nunca ha sido menos seguro. La magnitud de este peligro es uno de los motivos de que las Naciones Unidas declarara el 2002 Año Internacional de las Montañas.
Los glaciares disminuyen a una velocidad alarmante
Parte del agua que procede de las montañas está almacenada en los glaciares. Hoy en día, debido a las repercusiones del calentamiento del planeta, muchos glaciares de las montañas están derritiéndose a una velocidad sin precedente. Los escurrimientos del casquete polar de Quelcaya, por ejemplo, han suministrado agua tradicionalmente a la población de Lima, Perú. En el último decenio la disminución de este casquete ha aumentado de tres a 30 metros al año, lo que constituye un riesgo para el suministro de agua dulce de 10 millones de personas. En muchas otras partes del mundo también se han reducido los glaciares. En los Alpes europeos y en la cordillera del Cáucaso, por ejemplo, los glaciares se han quedado en la mitad de su tamaño, mientras que el casquete del monte Kenya, en África, ha disminuido el 40 por ciento de su volumen desde 1963. De seguir estas tendencias, a fines del presente siglo muchos de los glaciares de las montañas del mundo, inclusive los del Parque de los Glaciares, de los Estados Unidos, desaparecerán por completo.
Peligros de la minería y la silvicultura
«Las montañas son el barómetro del cambio climático -afirma Douglas MacGuire, Coordinador del Año Internacional de las Montañas, en la FAO-. Estos frágiles ecosistemas son muy sensibles a los cambios de temperatura y como están en todos los continentes, muchos climatólogos consideran que son uno de los primeros indicios de lo que podría suceder en el mundo».
El cambio climático es una de las muchas amenazas para el agua de las montañas. Otras actividades humanas, como la explotación minera y la silvicultura y las prácticas agrícolas insostenibles también están cobrando su cuota.
Para muchos países, conforme disminuya el suministro de agua, será cada vez más difícil producir suficientes alimentos. En la India, por ejemplo, alrededor de 500 millones de personas que ya sufren escasez de agua dependen de los tributarios de los ríos Indo y Ganges que proceden de los glaciares. Los científicos consideran que conforme se derritan los casquetes del Himalaya, estos ríos crecerán, antes de disminuir a niveles peligrosamente bajos y reducir drásticamente la capacidad local de la agricultura de producir alimentos.
«A menudo la población de las montañas es la primera en percibir las consecuencias de la degradación ambiental -afirma McGuire-. Es importante darse cuenta de que muchas personas, de los 800 millones que sufren de desnutrición crónica, viven en las montañas».
Disputas por el agua
El agua es un recurso colectivo. Lo que se inicia en las cuencas hidrográficas baja por los ríos y los arroyos, atraviesa fronteras, llega a los lagos, llenalos mantos acuíferosy, más adelante, desemboca en el mar. En todo el mundo, dos o más países comparten 214 cuencas hidrográficas, donde vive el 40 por ciento de la población mundial. Demasiadas veces hay posibilidades de conflicto donde se requiere cooperación. En 1995, la distribución del agua de las montañas fue la causa de 14 disputas internacionales.
Entre las tierras altas y las tierras bajas de los países surgen muchos conflictos por la utilización del agua. El monte Kenya, por ejemplo, suministra agua a más de dos millones de personas en África. Pero en años recientes, los agricultores que viven en las tierras altas han venido utilizando cada vez más agua para regar sus cultivos. En consecuencia, tierra abajo llega mucho menos agua, lo que aumenta el descontento de aquellos que viven de los pastizales de las tierras bajas, la ganadería y el turismo en los parques naturales.
Conforme crezca la población y aumente la demanda de agua potable, habrá más posibilidades de conflicto.
Hace falta unirse
«Los desafíos que afrontan las cordilleras y las comunidades locales son tan grandes como las propias montañas -dijo el Director General de la FAO, Dr. Jacques Diouf, en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, en Johannesburgo el pasado mes de septiembre-. Considero que el futuro está en descomponer los desafíos en elementos más pequeños, en cuestiones más pequeñas, y que todos contribuyamos con lo que tenemos y hacemos mejor. Esto requiere de la colaboración de todos: los gobiernos, los organismos de las Naciones Unidas, los grupos más importantes y el sector privado».
Con esta forma de ver las cosas, diversos países, organismos de las Naciones Unidas y organizaciones internacionales se unieron a la FAO en la presentación de la Asociación Internacional para el Desarrollo Sostenible de las Regiones Montañosas. Si bien esta asociación está en proceso de formación, se concibe como una alianza dinámica entre grupos y personas de todo el mundo, con flexibilidad para tratar la complejidad, la diversidad y la magnitud de las cuestiones de las montañas.
FAO