Más de 30 países han intensificado la vigilancia y prohibido la importación de harinas cárnicas y ganado vivo de los países occidentales europeos, donde haya sido confirmada la presencia de encefalopatía espongiforme bovina (EEB). Lo afirma la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en una declaración publicada ayer.
Durante una conferencia internacional celebrada la semana pasada en París y organizada por la Organización Mundial de Sanidad (OMS), FAO y Organización Mundial de las Epizootias (OIE), se advirtió a todos los países a no sentirse al seguro de la EEB. Las naciones deben evaluar los peligros y tomar medidas de precaución para impedir el desarrollo de la EEB en el ganado y su variante en los seres humanos, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.
El pasado mes de enero la FAO publicó un comunicado de alerta informando del riesgo al que estaban expuestos los más de 100 países que habían importado harinas cárnicas o reses de Europa Occidental durante los años 80. Algunos de estos países habían exportado a su vez harinas cárnicas a otras naciones.
Entre las zonas más expuestas al riesgo, por haber importado ingentes cantidades de harinas cárnicas de Europa Occidental durante y a partir de los años 80 se encuentran Europa del este, Asia y Oriente Próximo. Recientemente en la República Checa se ha producido el primer caso de EEB.
«La EEB puede no haberse detectado todavía en los países fuera de Europa Occidental que importaron piensos contaminados o reses durante los años 80 y 90 y que no cuentan localmente con vigilancia efectiva ni con sistemas de gestión de los riesgos», dice Andrew Speedy, oficial superior de la FAO. «Pero si los países dan los pasos necesarios, los consumidores pueden volver a estar seguros de que la carne vacuna que comen es inocua».
Muchos de los países que han limitado el comercio, como Argentina, Uruguay y Namibia, son exportadores de carne. Les preocupa mucho mantener su estatus comercial.
Algunos de los países importadores de carne han prohibido las importaciones de carne vacuna y de reses procedentes de los países afectados por la EEB y de los países considerados expuestos al riesgo. Por lo menos 15 países han reforzado ulteriormente sus controles sanitarios y puesto en marcha programas de vigilancia para detectar en los animales sujetos al peligro los síntomas de EEB.
Pocos países han seguido el consejo de la FAO de prohibir el empleo de todo tipo de harinas cárnicas en los piensos animales (no solo las harinas cárnicas importadas de Europa). Algunos, sin embargo, están analizando una prohibición completa de los piensos que contengan proteínas animales para todos los animales domésticos.
El Comité Científico Directivo de los Estados Unidos para el estudio de la evaluación del riesgo de EEB retiene que 24 de los 46 países analizados hasta ahora entran en la categoría de alto riesgo.
La FAO subraya que la prohibición de las importaciones de harinas cárnicas, ganado y carne vacuna no es la única solución para controlar la difusión de EEB.
«Todos los países que no pertenecen a la Comunidad Europea deberían llevar a cabo una evaluación del riesgo de EEB a nivel nacional con exámenes y pruebas efectuadas sobre los animales más expuestos a la enfermedad, sobre todo los animales importados, en los mataderos y en los animales que hayan perecido en las granjas», dice Speedy. La industria de piensos animales debe garantizar la procedencia de los ingredientes y poner en práctica el sistema de Análisis de peligros y de puntos críticos de control (HACCP), cuyo objetivo es identificar los problemas potenciales y tomar medidas de corrección a lo largo de la cadena alimentaria.
La FAO invita a los gobiernos a poner en marcha un Plan de Acción nacional de control de la EEB. Basándose en los esquemas de legislación y vigilancia vigentes en la actualidad en Europa, todos los países deberían prohibir alimentar con piensos que contengan carne de mamífero o con harinas cárnicas al ganado vacuno, ovino y a las cabras.
La FAO recuerda que existen muchas fuentes alternativas de proteínas, seguras y baratas para los piensos de los animales domésticos. Las reses vivas y los productos alimentarios deberían importarse solamente de los países con rigurosas medidas de control de EEB. Todos los animales deben poder ser identificados y hay que conocer su procedencia.
El ganado destinado al consumo de los seres humanos debe ser sacrificado a los 30 meses como máximo, dice la FAO. Es necesario efectuar una prueba de infección del prión sobre los animales más viejos una vez sacrificados. Las materias consideradas de riesgo específico deben eliminarse completamente de la cadena de alimentación de los seres humanos (cabeza, médula espinal, ganglios linfáticos y parte de los intestinos). Esta regla es recomendable en el caso de cualquier animal considerado de bajo riesgo (ganado local criado con métodos tradicionales) y debe ser obligatoria en el caso de animales de alto riesgo (animales sometidos a alimentación en batería y ganado importado). En muchos países es necesario mejorar la modalidad de sacrificio para reducir al mínimo la posible contaminación. Debería limitarse a la sacudida eléctrica o a los métodos con pistolete de matanza que no traspasen el cuerpo del animal. Los animales sacrificados no aptos para el consumo humano, no deben entrar absolutamente en la cadena de alimentación.
Antes del sacrificio es necesario llevar a cabo un riguroso examen que excluya los síntomas de EEB. Los animales que muestren síntomas clínicos que puedan inducir a sospechas de presencia de EEB deben ser eliminados y la enfermedad confirmada o desmentida por histopatología o pruebas de laboratorio.
Los expertos están estudiando la posibilidad de infección de EEB en las ovejas y cabras. Se ha inoculado de forma experimental el agente en estos animales, pero hasta la fecha no se ha detectado ningún caso no experimental de EEB en estas especies. No obstante, la FAO aconseja que también se eliminen en las ovejas y cabras las materias específicas de riesgo y que éstas no se incorporen a la cadena de alimentación de los seres humanos.
La FAO subraya que son necesarias mayor formación y fortalecimiento de la capacidad en todos los países. Es preciso también concienciar a los ganaderos, a los agricultores y a la industria cárnica.
Para hacer frente a la preocupación de muchos países en desarrollo, la FAO proporciona asistencia técnica para elaborar o actualizar la legislación sobre piensos animales y para mejorar las medidas de inocuidad alimentaria y de los piensos. «Si se llevan a cabo medidas de control rigurosa, se puede garantizar la inocuidad de los productos y el comercio puede llevarse a cabo con tranquilidad», afirma Andrew Speedy.
FAO