La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el gobierno italiano acaban de firmar, por la primera vez, un programa de cooperación descentralizada que establece una nueva forma de colaboración entre entidades locales italianas y de los países en desarrollo, con el fin de garantizar la seguridad alimentaria y desarrollo rural.
Un fondo fiduciario italiano de 2,3 millones de dólares permitirá la puesta en marcha de proyectos pilotos en beneficio de las comunidades rurales de varios países en desarrollo, a lo largo de los dos próximos años.
Se trata de un nuevo enfoque en la lucha contra el hambre y la inseguridad alimentaria en el que participan no sólo los gobiernos centrales de los países más ricos, sino también las administraciones regionales, provinciales y municipales, así como sus contrapartes en los países en vías de desarrollo.
Teniendo en cuenta que en Italia hay alrededor de 8.000 municipios, un centenar de provincias y una veintena de regiones, el efecto de multiplicación que podría alcanzar esta iniciativa es notable. El objetivo del programa es movilizar los recursos sociales, humanos y financieros de las administraciones locales italianas en favor de la lucha contra el hambre y la malnutrición.
La cooperación descentralizada se encuadra en el ámbito de un contexto internacional donde la sociedad civil y las entidades locales desempeñan un papel cada vez más importante en la lucha contra el hambre y la pobreza. Esta cooperación establece lazos horizontales permanentes entre entidades favoreciendo la participación democrática y la movilización de recursos.
Además, dice la FAO, la participación directa de las administraciones locales refuerza el concepto de democracia participativa, condición necesaria para un desarrollo duradero.
Esta nueva forma de colaboración «triangular» (FAO, entidades locales de los países desarrollados y de países en vías de desarrollo), parte entre otras cosas del compromiso de los participantes en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, celebrada en junio de 2002, de fortalecer y aunar esfuerzos en el marco de una alianza mundial contra el hambre.
Durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación en 1996, los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo se comprometieron a tomar medidas destinadas a reducir a la mitad, para el año 2015, el número de personas afectadas por la malnutrición crónica. En la actualidad, esta cifra asciende a 840 millones de personas en todo el mundo.
Numerosos programas puestos en marcha por la FAO responden a los criterios señalados por las entidades locales, en especial, el Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA). Este programa tiene como objetivo ayudar a los agricultores de los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos a eliminar los obstáculos socioeconómicos que les perjudican, y a producir más y mejor gracias a técnicas agrarias sencillas, baratas y respetuosas con el medio ambiente.
Un primer proyecto piloto de cooperación descentralizada entre la FAO y el Ayuntamiento de Roma, con el apoyo del gobierno italiano, se presentará dentro de poco en Kigali. Este proyecto pretende potenciar la agricultura de la periferia urbana en torno a la capital de Ruanda.
Según informa la FAO, ya están en marcha iniciativas similares con entidades locales de otros países. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Montreuil, en Francia, tiene previsto apoyar a las entidades locales de Malí, con la ayuda de expertos vietnamitas, en el marco de la cooperación Sur-Sur del PESA.
La FAO considera que los resultados de estos proyectos pilotos deberán estimular la multiplicación de nuevos programas de cooperación descentralizada, con el apoyo de nuevos fondos de financiación.
FAO