FAO: Se adopta un nuevo Código de conducta sobre pesticidas

La revisión del Código internacional de conducta sobre la distribución y el uso de los plaguicidas podría reducir significativamente los riesgos que plantean las substancias agroquímicas en los países en desarrollo, afirma hoy la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en un comunicado publicado tras la adopción de dicho Código revisado por parte del Consejo de la FAO.

«El uso de plaguicidas seguirá siendo un factor clave en la producción agraria. Sin embargo, la distribución inadecuada y el empleo de plaguicidas y compuestos de elevada toxicidad, especialmente en los países en desarrollo, está causando problemas para la salud y el ambiente», dice Gero Vaagt, experto de la FAO en gestión de plaguicidas.

«El nuevo Código refleja más claramente que nunca la responsabilidad de los gobiernos, de la industria química y alimentaria, de los comerciantes, de los propios usuarios de plaguicidas, de las organizaciones internacionales y de los grupos interesados en la reducción de los riesgos ambientales y sanitarios asociados con los plaguicidas. El código fomenta la gestión integrada de las plagas y los sistemas naturales de control de las mismas».

El Código es la norma aceptada a nivel mundial para la gestión de plagas, dice la FAO. «Si todas las partes involucradas lo aplicasen, se salvarían muchas vidas, se evitarían muchos daños al medio ambiente y la producción agrícola sería más sostenible», subraya Vaagt.

«El Código voluntario de la FAO ha concienciado a la opinión pública de los peligros de los plaguicidas desde su adopción en 1985. La mayor parte de los países cuenta ahora con leyes o reglamentos relacionados con la distribución y el empleo de plaguicidas. Sin embargo, ahora se necesita su entrada en vigor».

«La adopción del nuevo Código no ha sido fácil», agrega Vaagt. «Las diversas interpretaciones de los países acerca de la protección de los productos reflejan los conflictos de intereses entre las grandes multinacionales y las pequeñas compañías que elaboran principalmente productos genéricos. Esto ha retrasado de un año la adopción del Código».

En muchos países en desarrollo, el empleo de plaguicidas sigue representando un grave riesgo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año se producen 25 millones de casos de envenenamiento a causa de plaguicidas y alrededor de 20.000 muertes involuntarias, sobre todo en los países en desarrollo. Los efectos a largo plazo de la exposición habitual a los plaguicidas provocan a menudo enfermedades crónicas como el cáncer, así como trastornos neurológicos y del aparato reproductor.

Si bien más el 80 por ciento de los plaguicidas se emplea en los países desarrollados, el 99 por ciento de todos los casos de envenenamiento tienen lugar en las naciones en desarrollo donde hay deficiencias en los sistemas de regulación, de sanidad y de educación, reconoce la FAO.

En buena parte de los países más pobres las substancias agroquímicas se utilizan o se almacenan sin tener en cuenta las normas más elementales de seguridad. Los productos altamente tóxicos son fácilmente asequibles mientras que las ropas de protección son, con frecuencia, demasiado caras para los campesinos pobres o es imposible ponérselas allí donde el medio ambiente es caluroso y húmedo.

El Código de la FAO fija las normas para los gobiernos, las industrias de plaguicidas, alimentarias y de equipamiento, los comerciantes, los grupos de defensa del ambiente y los consumidores, los sindicatos del comercio y las organizaciones internacionales y refuerza la vigilancia y el cumplimiento de esas normas.

El cumplimiento del Código es obligatorio para los miembros de Crop Life International, la asociación internacional de fabricantes de plaguicidas. Los gobiernos, la industria de plaguicidas y las organizaciones internacionales reconocen voluntariamente el código. Varios gobiernos han incorporado el Código total oparcialmente en su legislación nacional sobre plaguicidas.

El Código revisado promueve las prácticas que minimizan los potenciales riesgos sanitarios y ambientales ligados a los plaguicidas y abarca el ciclo vital de estas substancias desde su elaboración, reglamentación, producción, gestión, empaquetado y etiquetado hasta su distribución, aplicación, uso y control y eliminación.

El Código revisado solicita a las industrias que «suministren sólo plaguicidas de calidad adecuada y que presten atención especial a la elección de las fórmulas de plaguicidas y su presentación, empaquetado y etiquetado para reducir los peligros para los usuarios y minimizar las repercusiones negativas en el medio ambiente».

Los fabricantes deberían retirar los plaguicidas que representen un riesgo inaceptable para las personas, los animales o el medio ambiente, dice el Código. Por desgracia, continúa la producción y exportación de plaguicidas baratos pero muy tóxicos, como los organofostatos y los carbamatos.

El Código fomenta las estrategias de Gestión Integrada de Plagas (MIP) que reducen la dependencia de los plaguicidas promoviendo, en cambio, el crecimiento de cultivos inocuos y el sistema de sistemas naturales de control de plagas. «La experiencia de los numerosos proyectos de la FAO demuestra que este enfoque ofrece la oportunidad de reducir drásticamente el uso de plaguicidas y de aumentar los rendimientos», subraya Vaagt.

El Código de la FAO insta a los países a impedir la acumulación de plaguicidas caducos y de depósitos de plaguicidas usados. La industria de plaguicidas debería colaborar en la eliminación de los desechos de material plaguicida de manera no nociva para el medio ambiente. Según los cálculos de la FAO, más de 500.000 toneladas de plaguicidas obsoletos, prohibidos o caducados, se acumulan en casi todos los países en vías de desarrollo y en transición, suponiendo una grave amenaza para la salud de millones de personas y para el medio ambiente.

«Además de salvar vidas, aplicar el Código significa evitar los residuos tóxicos; se ahorrarían así millones de dólares destinados ahora a las operaciones de limpieza, que podrían emplearse en la preparación, investigación y aplicación de medidas de control de plagas beneficiosas para el ambiente», concluye Vaagt.

FAO

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