FAO: ‘Se necesitan capacitación y directrices justas sobre inocuidad en el comercio de pescado’

Para los países en desarrollo -cuya participación en el mercado mundial de exportaciones de pescado, desde el punto de vista del valor, es apenas superior al 50 por ciento- este comercio representa una vital fuente de ingresos. En efecto, las cifras de la FAO indican que los ingresos netos del comercio de pescado (exportaciones menos importaciones) de los países en desarrollo llegó recientemente a 17 700 millones de dólares EE UU, cifra mayor que la obtenida de la suma de las exportaciones de té, arroz, cacao y café.

«Más de un tercio de la producción pesquera circula en el comercio internacional, y más de la mitad del valor de este comercio se inicia en los países en desarrollo», declara Grímur Valdimarsson, Director de Industrias Pesqueras, de la FAO.

«Esto demuestra que los países en desarrollo pueden obtener buenos resultados en el comercio internacional cuando se les da una oportunidad justa», añade.

A pesar del éxito, sigue habiendo problemas

Pero la investigación de la FAO también revela que los países en desarrollo tienden a seguir exportando principalmente pescado sin elaborar. Si bien estas exportaciones les reportan valiosos ingresos, podrían ganar más con la venta de pescado elaborado con valor añadido.

Y si bien los países en desarrollo no afrontan los mismos problemas con sus exportaciones de pescado que con las de otros productos agrícolas, de todas formas hay obstáculos que superar.

Audun Lem, oficial de Industrias Pesqueras de la FAO, explica que el promedio ponderado de los aranceles de las importaciones de productos pesqueros en los países desarrollados de alrededor del 4,5 por ciento, pero esta cifra oculta una serie de crestas arancelarias y casos de progresión arancelaria para el pescado elaborado.

Las crestas arancelarias son derechos aplicados a tipos específicos de pescado. La progresión arancelaria se refiere a los derechos que se incrementan según la cantidad de elaboración de que ha sido objeto el producto. (De acuerdo a estos planteamientos, por ejemplo, el camarón fresco enviado al granel puede recibir aranceles menores que el camarón limpio y empacado).

«Los derechos de importación de los mercados de los países desarrollados siguen presentando, por lo tanto, obstáculos a la elaboración y el crecimiento económico de la industria pesquera de muchos países en desarrollo», afirma Lem.

La inocuidad y la equidad

Además de los aranceles, «los obstáculos técnicos al comercio» también pueden dificultarle a los países en desarrollo la venta de sus productos pesqueros en el mercado mundial.

Estos obstáculos pueden presentarse cuando se distorsionan medidas originalmente establecidas para salvaguardar la salud humana o proteger el medio ambiente, que requieren que las importaciones de atún garanticen la protección de los delfines durante la pesca, o que el pescado contenga menos de cierto porcentaje de alguna sustancia nociva, por ejemplo. A veces esta distorsión se da inadvertidamente, en especial en las cadenas comerciales complejas. En otros casos obedece a las presiones políticas para proteger los mercados internos.

«Esta clase de exigencias son perfectamente legítimas, y a menudo se establecen con objetivos muy importantes de protección de la salud humana y el medio ambiente», explica Lahsen Ababouch, Jefe del Servicio de la FAO de Utilización y Mercadeo del Pescado.

«Pero al mismo tiempo, estas reglas deberían basarse en información científica firme, para evitar el proteccionismo del comercio», añade.

Para reconciliar ambos objetivos, se necesitan dos cosas, explica la FAO.

Primero, la elaboración transparente de normas, basadas en lo mejor de la ciencia. Segundo, es imprescindible realizar programas de creación de capacidad y de asistencia técnica que ayuden a los países exportadores a adquirir las aptitudes, la especialización y el equipo necesarios para cumplir las normas.

«Es absolutamente necesario garantizar que la pesca y la acuicultura no dañen el medio ambiente, y que las poblaciones de peces silvestres no se exploten en exceso. Sí, hay que garantizar la inocuidad de los productos pesqueros que consumimos -afirma Ababouch-. Pero para alcanzar estos objetivos la comunidad internacional necesita colaborar, y eso quiere decir ayudar a los países en desarrollo a incrementar su capacidad para satisfacer las exigencias de los países ricos, y asegurar que estas exigencias sean justas».

La opción de la etiqueta ecológica

Están estudiándose normas parecidas en distintos lugares, con miras a asegurar que la pesca y la acuicultura no dañen el medio ambiente.

En los sistemas de etiquetado ecológico, el pescado obtenido respetando determinadas directrices ecológicas se vende con una etiqueta especial. Al comprar pescado que lleve esa etiqueta el consumidor puede estar seguro de que ha sido pescado o producido en forma sostenible.

Pero aunque muchos observadores apoyan esta idea, queda por responder ¿a quién le corresponde determinar qué pescado es ecológico y qué normas aplicar para decidirlo?

Y también en esto los países en desarrollo advierten que necesitan ayuda para estar en igualdad de condiciones en materia de conocimiento e infraestructura técnicos.

«También es importante tener presente que la responsabilidad de conceder etiquetas de inocuidad a los productos pesqueros incumbe a todos los participantes: los productores o pescadores, los que transforman y envasan el producto, y los que lo distribuyen y comercializan -prosigue Ababouch-. Se trata de una responsabilidad común de los países importadores y exportadores por igual».

Para la FAO, un ingrediente decisivo para crear esta cadena de responsabilidad consiste en establecer sistemas de seguimiento, una forma de registrar cómo y dónde se criaron o pescaron los peces, y cómo y dónde se han elaborado.

«Existe una relación directa entre un sistema de seguimiento y el etiquetado de alimentos -explica Hector Lupin, oficial de Industrias Pesqueras de la FAO-. Con buenos sistemas de seguimiento es posible etiquetar con mayor precisión los productos».

El reto -prosigue- consiste en asegurar que los sistemas de seguimiento sean eficaces y eficientes. «Tienen que ser sencillos y flexibles, para dar mayor protección al consumidor y evitar a la vez que estos sistemas impongan al comercio más restricciones de las imprescindibles», afirma.

Crear consenso en torno a un sistema sostenible de comercio pesquero

Para alentar la cooperación internacional sobre estas cuestiones, en 1985 la FAO estableció su Subcomité sobre Comercio de la Pesca.

Este Subcomité, órgano asesor de los países miembros de la FAO, se reúne cada dos años para atender las cuestiones de políticas relacionadas con el comercio de la pesca, difundir información y hacer recomendaciones a la FAO respecto a la labor de la Organización en este ámbito.

El Subcomité se reúne esta semana en Bremen, Alemania, en un período de sesiones de cinco días de duración, en el que están debatiéndose diversos temas, como la creación de sistemas de seguimiento y etiquetado ecológico justos y de base científica para los productos pesqueros; mejorar la exactitud de la información de las capturas del sector pesquero; y la forma de ayudar a los países en desarrollo y a los pequeños pescadores a tener mayor acceso a los mercados internacionales.

El 14 de febrero el Subcomité presentará un proyecto a la FAO de recomendaciones que ésta y sus países miembros deberían llevar a cabo para promover un comercio mundial de productos pesqueros sostenible, más fuerte y más responsable.

Cuando la Conferencia de la FAO las haya aprobado, las recomendaciones se incorporarán en el programa de labores del Departamento de Pesca de la Organización, con sus programas de asistencia técnica para los países en desarrollo.

Pero las conversaciones no sólo producirán un plan de trabajo para el Departamento de Pesca de la FAO, afirma Greg Schneider, delegado de los Estados Unidos en el Subcomité, elegido como presidente de la reunión de este año. También ayudan a promover el consenso internacional sobre la mejor gestión posible del comercio pesquero, afirma.

«Mediante este proceso de difusión de información y debates sobre las políticas, la comunidad internacional y la FAO ayudan a dar forma a un programa mundial de trabajo para la política comercial del sector pesquero, que incluye a todos, mira al futuro y es responsable», explica Schneider

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