FAO: Se promoverán cultivos alternativos a la amapola en Afganistán

Remitido por la FAO:

El Reino Unido anunció una contribución de 6,83 millones de dólares para financiar un proyecto de la FAO de dos años de duración, que tiene como objetivo contribuir a erradicar la producción de opio en Afganistán, mediante la promoción de cultivos alternativos en las principales zonas del país donde se cultiva la amapola, anunció la Organización.

Estos recursos se destinarán a la primera fase de un programa elaborado por la FAO y financiado por diversos donantes, cuyo valor es de 25,5 millones de dólares, para fomentar otros medios de subsistencia en beneficio de más de 1,5 millones de personas de las provincias donde se produce la amapola.

Opciones legales y rentables

De conformidad con la estrategia nacional de Afganistán de lucha contra las drogas, que tiene como objetivo eliminar para el año 2013 el cultivo ilegal de la amapola opiácea, el propósito principal del proyecto es promover la diversificación de los medios de subsistencia mejorando el acceso a actividades agrícolas y no agrícolas rentables en las comunidades que viven del cultivo de la amapola. También se atenderá a las comunidades donde ya se ha erradicado el cultivo de esta planta y las familias afrontan una grave pérdida de ingresos.

«La amapola del opio no es el cultivo que prefiere producir la mayoría de los agricultores afganos, sólo que hoy simplemente no existen opciones de rentabilidad ni siquiera próxima a la de la amapola», declaró John Dixon, del Servicio de Gestión, Comercialización y Finanzas Agrícolas de la FAO.

La participación de las comunidades locales en la evaluación y elaboración de otras oportunidades lucrativas es decisiva para garantizar que los participantes hagan suyo el proyecto y subsanar las limitaciones de la ejecución del mismo, antes de emprender sus actividades y promoverlas más allá de las zonas iniciales de intervención.

«Estamos dando capacitación sobre el terreno, desde las aldeas hasta el nivel político nacional», explica Dixon. «Al mejorar la capacidad técnica y operativa de las instituciones afganas en todos los niveles, el proyecto contribuirá a crear un entorno que permita a las organizaciones darse cuenta de lo que funciona bien y reproducir a escala más amplia los proyectos piloto que den buenos resultados.»

Mayor dependencia de la producción de opio

Afganistán es el primer país productor de opio del mundo. Produce dos terceras partes del volumen mundial, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. La cosecha de 2003, de 3 600 toneladas, fue la segunda más abundante que se haya registrado en ese país a la fecha.

Los medios de subsistencia de alrededor de 1,7 millones de personas -en torno al 7 por ciento de la población de Afganistán- dependen directamente del cultivo de amapola, que se ha propagado a zonas más remotas y menos accesibles del país, debido a las presiones políticas y materiales cada vez más fuertes que sufren las principales zonas productoras desde que se prohibieron, en 2002, el cultivo de amapola y el tráfico y consumo de opiáceos.

La pobreza: raíz del cultivo de amapola

A los campesinos pobres -que luchan por subsistir en medio del caos creado por más de 20 años de conflicto y, en fecha más reciente, cuatro años de sequía- el cultivo de amapola les ha proporcionado ingresos en efectivo relativamente seguros y un medio a través del cual los campesinos sin tierras podían conseguirlas. Además les ha brindado la posibilidad de obtener crédito e insumos agrícolas, y los traficantes a menudo ofrecen anticipos por la producción futura.

La rentabilidad de la producción de opio a los precios de hoy ronda los 283 dólares por kilo, y es difícil superarla. Se estima que la amapola produce cerca de ocho veces más ingresos por hectárea que el trigo, y su cultivo requiere menos agua e insumos.

Casi no hay mercado para otros cultivos aparte del opio, por lo cual es difícil obtener ingresos en efectivo mediante los sistemas agrícolas comunes.

Antes de la guerra y la sequía, los hogares afganos producían más del 80 por ciento de sus necesidades de alimentos, pero hoy apenas satisfacen el 60 por ciento de las mismas.

Otros cultivos hortícolas, como el pistacho, los cítricos, los higos y dátiles, y las almendras, antes producían del 30 al 50 por ciento de los ingresos de exportación del Afganistán, pero hoy en día estas exportaciones son insignificantes y han dejado de existir muchas explotaciones hortícolas.

Una oportunidad para mejorar los medios de subsistencia, indica Dixon, estriba en restablecer la capacidad de elaboración poscosecha de algunos productos afganos tradicionales, como las nueces y fruta seca de gran calidad.

«Al reforzar la capacidad de transformación, se crean empleos. Así se brindan a los campesinos pobres oportunidades de obtener ingresos para superar el umbral de pobreza, y la posibilidad de obtener efectivo para comprar insumos agrícolas», añade.

Enfoque integral

El nuevo proyecto aprovechará la labor que realiza la FAO en Afganistán y convergirá con los proyectos de desarrollo en curso de otras organizaciones activas en el país. Desde 2001, la FAO interviene en el restablecimiento agrícola de Afganistán, principalmente a través de actividades de urgencia, como distribución de semillas, aperos y fertilizantes, y de control de la langosta.

Los proyectos a largo plazo son para producir semillas, cultivar y comercializar fruta y hortalizas, proporcionar servicios veterinarios, avicultura para las mujeres, producción y comercialización de leche, rehabilitación de los sistemas de riego y fortalecimiento de las frágiles instituciones y servicios afganos.

La FAO colabora estrechamente con las instituciones locales, ONG, el sector privado y otros asociados, a fin de dar una respuesta integral para atender los diversos factores que impulsan a los campesinos al cultivo de amapola.

Dixon señala que es necesario un conjunto de intervenciones para garantizar un progreso sostenible en la lucha contra la producción de amapola, por ejemplo: reparar la infraestructura, proporcionar servicios de salud y educación, electricidad, comunicaciones, imponer el estado de derecho y el orden público.

«No se conseguirán resultados de un día para otro, pero incrementar la capacidad de producción, comercialización y elaboración de otros productos agrícolas contribuirá a restablecer opciones rentables aceptables. Este tipo de iniciativas, aunadas a la capacidad de hacer valer la ley, puede contribuir a reducir gradualmente la dependencia del cultivo de amapola», puntualiza Dixon.

«Este proyecto es un punto de partida. Establece las condiciones necesarias para llevar a cabo una iniciativa de largo plazo que requerirá de un mayor compromiso y apoyo, a fin de producir repercusiones sostenibles contra el cultivo ilegal de amapola. En el futuro, la financiación que proporcionen otros donantes permitirá ampliar estas actividades, aprovechando la experiencia de esta fase piloto», concluye.

FAO

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