Esta afirmación de la Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC) es fruto de un proceso de reflexión que concluye que la eliminación de cualquier mecanismo de control de mercados y la inexistencia de stocks de seguridad podrían llevar a una excesiva dependencia de los mercados internacionales, factor que generaría incertidumbre tanto en cuestión de precios como de seguridad alimentaria.
Así, la afirmación de la comisaria europea Mariann Fischer, que ha señalado que el paciente –en este caso la PAC- no está enfermo y que es muy normal que también aquellos que gozan de buena salud se hagan una revisión médica para valorar si deben tomar alguna medida para mantenerse en forma, no tranquiliza en absoluto a un sector que es conocedor de las propuestas de reforma que se apuntan. Para las cooperatives es necesario iniciar, ya, un proceso de discusión que permita decidir si es necesario empezar a diseñar políticas agrarias a nivel de estado miembro o de comunidad autónoma.
La confusión del discurso comunitario provoca que muchos se hayan centrado en destacar del documento la histórica propuesta de recortes a los terratenientes, fomentando una polémica fácil pero diluyendo las verdaderas intenciones de Bruselas. Según la comisaria Fischer Boel, las propuestas se formulan para racionalizar y hacer frente a nuevos retos y constituyen una oportunidad para avanzar en la reforma de 2003.
Ahora bien, la respuesta de la Comisión a la pregunta de cómo mantener instrumentos de apoyo al mercado se concreta en la eliminación de los mecanismos de garantía de precios a los agricultores y los stocks de seguridad de todos los cultivos herbáceos, con la excepción del trigo panificable. Las crisis parece que ya no existen para la Unión Europea, que anuncia que simplemente se dedicará a “observar” y que definitivamente ya no “solucionará”. Sin duda, en el contexto actual de los mercados internacionales parece una cierta irresponsabilidad mirar hacia otro lado mientras estamos fomentando una mayor dependencia de países terceros.
A corto plazo, la factura alimentaria nos puede salir muy cara tanto desde el punto de vista económico como de la seguridad de los alimentos que ingieren los consumidores. Des de la FCAC nos preguntamos si ya no tiene validez la necesidad de mantener una cierta autonomía sobre aquello que comemos. Seguramente que es más fácil, y también menos costoso, establecer unas determinadas directrices de regulación que contribuya a garantizar la continuidad de nuestros agricultores en vez de lamentarnos después con el injusto incremento del IPC de los alimentos.
FCAC