El Secretario General de Agricultura del MAPA ha defendido, en el marco de las jornadas «Palencia 2000» organizadas por Asaja, una línea de cooperación y colaboración entre el gobierno, las comunidades autónomas y los agentes económicos y sociales frente a la confrontación del pasado que obligó a que buena parte de la política agraria tuviera que dirimirse en los tribunales.
Fernando Moraleda ha considerado que la participación de la Junta de Castilla y León en los debates de la Unión Europea, formando parte de la delegación española, con motivo de la negociaciones sobre la organización común del mercado del azúcar es un paso sin precedentes que se concretará en un proceso normativo para posibilitar la presencia institucional de los consejeros en los debates sectoriales con un peso representativo en las diferentes comunidades autónomas.
Asimismo, el Secretario General de Agricultura ha anticipado que la prudencia y la progresividad serán los dos criterios fundamentales que presidirán la aplicación de la reforma de la PAC en España. En este sentido, ha expresado su confianza que del proceso de concertación iniciado con las comunidades autónomas y las organizaciones agrarias salga un criterio consensuado sobre el grado de desacoplamiento en los diferentes sectores productivos, sin perder el objetivo irrenunciable del mantenimiento de la actividad económica y de la ocupación del territorio.
Fernando Moraleda ha subrayado que el MAPA propone un modelo de desarrollo que apuesta por el asentamiento de nuevas inversiones agroindustriales, por una política de fomento de la industria alimentaria ligada al territorio, por una acción cooperativa dispuesta a superar la barrera de la producción y por unas ofertas de desarrollo rural que sean capaces de satisfacer las exigencias de una creciente demanda urbana proyectada hacia el contacto con la naturaleza.
En este contexto, el Secretario General de Agricultura ha manifestado que la calidad y el territorio son dos valores fundamentales para cimentar el nuevo marco de la agricultura española tras la reforma de la política agrícola común: la calidad como factor de valor añadido y el territorio como base de una política de desarrollo integral que fije a las personas en las zonas rurales y permita nuevos yacimientos de empleo para los jóvenes.
Finalmente, Fernando Moraleda ha expresado su convicción de que, dentro del fenómeno imparable de la globalización, es posible conseguir, con una apuesta firme por las explotaciones familiares, el apoyo decidido a las cooperativas y con una industria agroalimentaria ligada al territorio, una agricultura avanzada, moderna y competitiva que sitúe al sector a las alturas del siglo veintiuno.
ASAJA