Las cantidades de abonos minerales esparcidos por hectárea en Francia han disminuido un 20% en diez años. Desde 1990, la preocupación por el medio ambiente y una mejora del uso de medios de producción (variedades, laboreo, fraccionamiento de aportes, protección contra plagas y enfermedades) han llevado a una racionalización del uso de fertilizantes. Dicha racionalización se compagina obligatoriamente con la necesidad de mejorar los rendimientos durante estos años a fin de mantener la rentabilidad, siempre amenazada, de la actividad agrícola.
Las cantidades de productos fitosanitarios utilizados han disminuido asimismo con el tiempo. Por ejemplo, una hectárea de trigo recibe hoy en día una cantidad de herbicida ocho veces menor que hace veinte años. Tras un aumento temporal de la compra de este tipo de sustancias activas a causa de la puesta en marcha de la PAC de 1992, la tendencia actual es, estructuralmente, a la baja, debido a varios factores: control de los costes de producción en un entorno cada vez más competitivo, mejora de las prácticas de cultivo, progreso tecnológico. Aunque el número de tratamientos distintos ha aumentado estos últimos años, las cantidades anuales por hectárea tratada han disminuido. Las combinaciones de productos hacen que se pueda reducir la cantidad de sustancia activa y el número de aplicaciones.
No hay que olvidar hechos como que la utilización de abonos sintéticos permitió a Francia y a Europa llegar a ser independientes tras la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista alimentario o que, sin productos fitosanitarios, la producción de los seis cultivos más importantes del mundo (arroz, trigo, maíz, cebada, soja y patata) caería un 50%. Hoy en día los stocks mundiales de productos agrarios, teniendo en cuenta el crecimiento demográfico, se encuentran en una situación comprometida.
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