Greenpeace sigue denunciando la entrada de madera tropical procedente de países africanos con conflictos regionales, la denominada «madera de la guerra». Según datos recientes de la autoridad portuaria de Valencia, durante el año 2000 las descargas de troncos procedentes de Liberia en el Puerto de Sagunto se ha incrementado en un 300%. Para el caso de la República Democrática del Congo, éstas aumentaron en un 163%.
La República Democrática del Congo, el antiguo Zaire, se encuentra azotado por lo que los expertos denominan ya como la «primera guerra mundial africana». Cinco estados africanos y una docena de grupos armados se disputan un rico territorio con el fin de controlar sus recursos y lanzarse a un auténtico pillaje. Se calcula que el 80% de los recursos son utilizados para financiar el conflicto. Un informe del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dado a conocer el pasado 16 de abril ha investigado la explotación ilegal de los recursos en la Rep. Dem. del Congo. El informe señala que el territorio en manos del ejército de Uganda, al noreste del país, está siendo esquilmado por una compañía maderera (DARA-Forest) que exporta el 40% de la madera a Europa. Las explotaciones forestales están libres de impuestos y la planificación forestal es inexistente.
A pesar de este escenario, 1.472 metros cúbicos de madera de la guerra congoleña fueron importadas por España entre enero y septiembre del año 2000. El valor de las estas importaciones fue de más de 87 millones de pesetas.
El caso de Liberia es asimismo preocupante. Otro informe del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dado a conocer el pasado mes de diciembre, señaló que «la industria forestal está envuelta en variedad de actividades ilícitas y gran cantidad de sus ingresos son utilizados para pagar actividades no presupuestadas, incluyendo la adquisición de armamento». Según este informe, pese a existir un embargo del comercio de armas hacia Sierra Leona, varios países de la zona están implicados en la provisión de armamento a cambio de diamantes y otras materias primas, estando implicados los gobiernos y, también, la industria forestal que opera en Liberia.
En 1999, España importó 8.015 metros cúbicos de madera liberiana, mientras que sólo en el primer semestre del año 2000 la cifra ascendía a 10.280 metros cúbicos, con un valor de más de 380 millones de ptas.
En estos momentos, las vías de financiación y apoyo a los conflictos regionales en Africa están siendo observadas con preocupación por la Comunidad Internacional. La pasada semana, la industria del diamante, las ONGs y los países implicados llegaron a un acuerdo sobre un sistema de certificación de diamantes que impida la financiación de las guerras en Africa (Angola, Sierra Leona y R.D. Congo).
En este contexto, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reunirá el próximo lunes 7 de mayo para valorar si el Presidente de Liberia, Charles Taylor, ha cumplido las demandas de Naciones Unidas en lo relativo a su apoyo a la guerrilla del Frente Unido Revolucionario (RUF) en Sierra Leona. Algunos países como EE.UU. y Reino Unido están proponiendo un embargo a las exportaciones de diamantes y madera tropical. Francia y China, los dos principales importadores de madera tropical liberiana, se oponen a dicho embargo.
En una carta enviada el pasado 20 de abril al Ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, Greenpeace solicitó el apoyo de la diplomacia española a la propuesta de un embargo internacional de madera para evitar que la industria forestal en Liberia siga expoliando los recursos forestales para, además, financiar las actividades ilícitas del «señor de la guerra» Charles Taylor. Greenpeace no ha recibido contestación a día de hoy.
«Como han recomendado los expertos y otras ONGs internacionales, como Global Witness, es imprescindible imponer inmediatamente un embargo total a la importación de madera liberiana. El embargo deberá mantenerse hasta que pueda ser demostrado que este comercio no colabora con la inseguridad en la región y, concretamente, con la financiación del Frente Unido Revolucionario (RUF) en Sierra Leona», declara Miguel Angel Soto, responsable de la Campaña de Bosques de Greenpeace.
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