Activistas de Greenpeace bloquean el petrolero Byzantio en el Puerto de Tallin (Estonia) impidiendo que parta con un cargamento con 50.000 toneladas de petróleo. El Byzantio ha sido contratado por la misma compañía que contrató el Prestige, hundido en las costas gallegas. Los activistas de Greenpeace se han encadenado a las 14,00 horas a los cabos de amarre del buque, mientras otros en zodiacs han desplegado pancartas en las que se puede leer «Hazard!» (¡Peligro!). Varios activistas se encuentran en estos momentos dentro del barco.
«El mundo ha visto el daño que petroleros como éste pueden causar al medioambiente. Es una negligencia gubernamental permitir que un barco peligroso más de estas características abandone un puerto» -ha declarado Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España- «La catástrofe del Prestige es una prueba clara de la amenaza que suponen barcos como el Byzantio para el medioambiente. Con la experiencia del Prestige los gobiernos europeos deben prohibir que estos barcos naveguen por nuestras aguas. No podemos esperar 13 años más»
De acuerdo con las normas de navegación marítimas de la ONU, todavía se permite navegar a los petroleros con cascos simples por los océanos del mundo hasta el año 2015 cuando entre en vigor la prohibición total de estos barcos.
El Byzantio, abanderado en Malta, tenía previsto navegar por el Báltico y el Mar del Norte, siguiendo la misma ruta que el Prestige, de camino a Singapur. Recientemente el Paris Memorandum of Understanding, una de las autoridades mundiales de inspección de puertos, incluyó a Malta en una «lista negra» de seguridad por su incapacidad para llevar a cabo medidas básicas de seguridad.
Los ministros europeos responsables de transporte, energía y telecomunicaciones tienen previsto reunirse en Bruselas el 6 de diciembre y se espera que la seguridad marítima y medioambiental sea uno de los puntos importantes en la agenda. Se espera que Dinamarca, la actual presidenta de la UE, presente varias iniciativas para afrontar el tema de los barcos peligrosos. «Los gobiernos europeos tienen aquí una oportunidad para evitar cargamentos peligrosos como éste. No deberían desperdiciarla», concluye López de Uralde.
Greenpeace