Ante la llegada a Estocolmo de los más de 120 gobiernos que firmarán el próximo miércoles 23 de mayo el primer tratado internacional de eliminación de COPs, bajo los auspicios de Naciones Unidas, Greenpeace se moviliza en todo el mundo para demandar a gobiernos e industrias que pongan fin de forma inmediata a la liberación de los llamados contaminantes orgánicos persistentes (COPs). A pesar del acuerdo generalizado por parte de los gobiernos para eliminarlos, debido a los graves daños que causan al medio ambiente y a la salud humana, aún no se han especificado qué acciones se adoptarán para materializar el cumplimiento de este tratado.
La organización ecologista hace un llamamiento a los gobiernos para que fomenten los cambios tecnológicos que protejan a las presentes y futuras generaciones de enfermedades como cánceres, endometriosis, alteraciones hormonales y malformaciones congénitas. Greenpeace también ha requerido acciones nacionales para eliminar las fuentes de dioxinas como primer paso hacia la eliminación de COPs.
«El tratado de los COPs representa un momento histórico, ya que exige tanto a los gobiernos como a las industrias que dejen de utilizar el medio ambiente y la salud humana como conejillos de indias para sus devastadores productos químicos», declara Juan López de Uralde, Director Ejecutivo de Greenpeace España. «Se necesitarán cambios tecnológicos radicales para protegernos de estos productos químicos que están envenenando nuestra agua, nuestra comida y nuestro futuro. Se ha tardado años para alcanzar este acuerdo, aunque todos los días estos venenos contaminan nuestro medio ambiente, y ello nos pasa factura. Es tiempo para ver acciones, no palabras», añade López de Uralde.
El tratado apunta a la eliminación de todos los COPs y determina una docena de compuestos sobre los que es preciso tomar acciones de forma prioritaria: es la llamada «docena sucia». También tiene como meta que no se introduzcan nuevos COPs en el mercado. La «docena sucia» incluye productos químicos producidos intencionadamente, como varios pesticidas y PCBs, así como dioxinas y furanos, que son subproductos procedentes principalmente de las industrias que utilizan cloro y de las incineradoras de residuos.
La mayoría de los pesticidas COPs de la «docena sucia» ya están prohibidos en muchos países, pero medio millón de toneladas aún permanecen almacenadas en lugares no apropiados en todo el planeta, principalmente en países en vías de desarrollo. Por ejemplo, casi el 30 por 100 de las 50.000 toneladas en Africa están en la lista de productos químicos de acción prioritaria. Hasta el momento, tan sólo 2.000 toneladas se han devuelto a sus productores en Europa.
Greenpeace también ha advertido que el tratado sobre COPs no debe promover la incineración, que a menudo se reclama como un método para gestionar las reservas de COPs. Tal como afirma el nuevo tratado, la incineración no destruye los COPs pero es, en sí mismo, una de las fuentes más significantes de subproductos de COPs.
«El tratado de los COPs ha acabado con el mito de que la incineración es una solución para los problemas actuales de los residuos. Ahora es tiempo de adoptar métodos alternativos más seguros de destrucción de los COPs que ya están disponibles y probados», concluye López de Uralde .
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