Greenpeace considera que el estudio de “Monitorización de la morbi-mortalidad en el área de influencia de la incineradora de Valdemingómez” no prueba la inocuidad de la planta de
tratamiento de residuos. El hecho de que sólo se hayan tenido en cuenta los síntomas respiratorios dejando a un lado los efectos resultantes de la exposición crónica como cáncer,
efectos en el sistema nervioso, fertilidad y desarrollo humano, minimiza la importancia de los resultados. El grueso de los riesgos potenciales de la incineración no están contemplados.
“La incineración es foco de sustancias tóxicas cuyos efectos en la salud son mucho más críticos que los evaluados en este estudio. La exposición a las dioxinas y furanos está
directamente relacionada con el aumento del riesgo de padecer cáncer, además actúan como potentes disruptores hormonales a bajas concentraciones. No se puede pretender confundir a la población con informes incompletos, es necesario realizar un estudio objetivo que nos muestre la situación real.”, declara Sara del Río, responsable de la Campaña de Tóxicos de
Greenpeace.
Greenpeace exige al Ayuntamiento un estudio serio que amplíe con objetividad el rango de investigación y del que se obtengan resultados fiables que reflejen la realidad de la incineradora. Además sería necesario realizar un estudio específico sobre la salud de los trabajadores que manipulan residuos tóxicos, como cenizas y escorias.
Greenpeace