Greenpeace ha presentado hoy en rueda de prensa el informe “Prestige:
Protección a toda costa”, en el que reclama soluciones un año después de la
catástrofe y repasa los principales impactos derivados de la peor marea
negra sufrida en nuestras costas.
A punto de cumplirse el primer aniversario del desastre, se hace cada vez
más evidente la falta de respuesta por parte de las administraciones.
Greenpeace ha demandado la urgente puesta en marcha de soluciones
encaminadas a recuperar los 2.600 km. de costa afectados. Debe realizarse
una evaluación exhaustiva del impacto provocado por la marea negra, así como
una monitorización ambiental de las repercusiones tanto en el espacio como
en el tiempo y, por último, deben protegerse los espacios marítimo-costeros
más valiosos.
Una de las principales soluciones aportadas por la organización ecologista
es la creación de una red de áreas marinas protegidas que acelere la
recuperación de los ecosistemas marinos y costeros dañados. Esta protección
repercutirá sin duda en la mejora de las economías ligadas al medio marino.
Actualmente en los 2.600 kilómetros de costa afectados por la marea negra,
tan sólo existen dos áreas marinas protegidas: el Parque Nacional de las
Islas Atlánticas en Galicia y el Biotopo protegido de Gaztelugatxe en la
costa vasca, a pesar de que el 88% de esta franja costera (2336 km) está
formada por hábitats prioritarios según la Unión Europea. Greenpeace ha
realizado un exhaustivo análisis de las amenazas presentes en los Espacios
Naturales Protegidos en toda la costa cantábrica y atlántica gallega, que
agravan los efectos de la marea negra.
La UE ha demandado la protección de los espacios costeros afectados por la
marea negra, especialmente aquellos donde la riqueza pesquera y marisquera
es mayor y existe gran dependencia de estos recursos por parte de las
poblaciones. A pesar de los beneficios que reportaría la creación de una red
de espacios protegidos, España todavía no ha hecho pública ninguna propuesta
de protección.
Ya se conocen resultados específicos de los impactos del Prestige sobre
algunas especies, como el percebe o el pulpo. En el caso del percebe, cuyo
hábitat se ha visto muy dañado por la llegada de chapapote, la protección de
determinados tramos de costa aceleraría la recuperación de las poblaciones
locales. En el caso del pulpo, la reapertura de la veda de pesca hizo que se
concentrara un gran esfuerzo de captura en sus hábitats, lo que motivó que
en pocas semanas, las capturas se situaran en niveles muy bajos. La
protección de las áreas más valiosas para el pulpo permitiría la
recuperación gradual y definitiva de esta especie.
Los beneficios que reportaría la creación de esta red de áreas marinas
protegidas son muchos. Garantizar la reproducción de los organismos que
hayan sobrevivido a la marea negra y poder recolonizar las zonas dañadas por
el fuel una vez que éste haya desaparecido son algunas de los más
importantes.
“No podemos dejar que el tiempo siga pasando sin poner en marcha medidas que
palien el desastre ambiental. Es urgente la creación de una red de áreas
marinas protegidas en la zona afectada. La comunidad científica ya está
trabajando en su diseño, y la Administración no puede dejar de lado esta
iniciativa”, ha declarado María José Caballero, responsable de la Campaña de
Océanos de Greenpeace.
Los impactos sufridos por el medio ambiente se están reflejando en diversos
sectores económicos, como la pesca o el turismo. Las repercusiones sobre los
organismos y las comunidades marinas a lo largo de la costa afectada se
dejarán sentir al menos durante una década según denuncian los estudios
científicos realizados hasta la fecha. Las primeras estimaciones realizadas
(por la Cámara de Comercio de Pontevedra) hablan de pérdidas de casi 1.400
millones de euros en el sector pesquero y la industria transformadora
gallega, siendo el más afectado el marisqueo, con una pérdida del 90% (54
millones de euros).
Un año después el mar sigue desprotegido y no se han dado los pasos
necesarios para evitar nuevas mareas negras. España sigue sin tener
operativos planes de contingencia que permitan luchar contra la
contaminación marina accidental en los espacios marítimos de las Comunidades
Autónomas litorales. A pesar de ello, el Ministerio de Fomento sigue
gastando sus presupuestos en infraestructuras y olvidando los aspectos
referidos a la seguridad marítima. En los Presupuestos de 2004, Fomento ha
destinado 1.045 millones de euros para el Plan Galicia, un plan de
infraestructuras que nada tiene que ver con el Prestige, mientras que para
el Plan de Seguridad Marítima de Galicia tan sólo ha dedicado 123,5
millones.
Tampoco se han dado los pasos necesarios para mejorar la seguridad en el
tráfico marítimo en el ámbito internacional. La Organización Marítima
Internacional (OMI), organismo internacional de las Naciones Unidas
responsable de velar por la seguridad del tráfico marítimo y de la
preservación de la contaminación marina procedente de barcos, no ha
introducido cambios la normativa existente para impedir que suceda otro
Prestige.
Greenpeace ha demandado a la OMI que actúe de forma urgente y reforme el
régimen de responsabilidad para que ésta sea ilimitada a lo largo de toda la
cadena de transporte. En la actualidad, la responsabilidad derivada una
marea negra depende del tonelaje del buque siniestrado y sólo afecta al
propietario del barco. Gerentes, fletadores y dueños de la carga (que en el
caso de las mareas negras, suelen ser grandes multinacionales petroleras),
quedan exentos de toda responsabilidad.
Así mismo, Greenpeace considera que la OMI debe decretar la retirada
progresiva de buques monocasco en todo el mundo, desarrollar un régimen
mucho más transparente de gestión y mantenimiento de buques y acabar con los
vacíos legales que existen en la actualidad, como el uso de banderas de
conveniencia, que permiten a los armadores eludir sus responsabilidades.
“La Organización Marítima Internacional no ha asumido su responsabilidad,
todo sigue igual que hace un año. En el contexto actual el interés por
invertir para mejorar la seguridad de los barcos y del transporte marítimo
en general es mínimo y, mientras tanto, cientos de bombas de relojería
siguen navegando”, ha declarado Juan López de Uralde, Director de
Greenpeace
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