Los profesionales veterinarios comunicaron entre los años 2009 y 2010, cuando la vacunación contra la enfermedad de la lengua azul fue obligatoria en toda España en las cabañas de vacuno y ovino, un total de 1.377 notificaciones individuales de “sospechas de efectos adversos”(SAEs) ocasionados por las vacunas empleadas. La campaña contra la lengua azul disparó este tipo de alertas que hasta esa fecha eran numéricamente poco representativas. En todo caso, las notificaciones efectuadas no son ni mucho menos todas las incidencias que hubo ya que el efectuarlas a la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios depende del criterio y la disposición de colaborar de cada uno de los facultativos veterinarios. En el informe de Sanidad –ministerio del que depende la Agencia- se hace constar que “en la inmensa mayoría de los casos notificados, las reacciones fueron graves y con frecuencia tuvieron un desenlace fatal”.
ASAJA de Castilla y León recuerda que en la ya tristemente olvidada campaña de vacunación contra la lengua azul, se efectuaron por parte de los ganaderos de la región un total de 1.186 solicitudes de indemnizaciones por daños en las explotaciones debido a los efectos colaterales de la vacuna que en la mayoría de los casos consistían en abortos, problemas de infertilidad, partos prematuros, reducción drástica en la producción de leche y delgadez patológica o caquexia. Los problemas de las vacunas, que ni la Junta ni el Ministerio quisieron reconocer nunca, se debieron a que se estaban utilizando productos farmacológicos no suficientemente probados y contrastados dada la urgencia de prepararlos ante nuevos serotipos del virus. La Junta indemnizó parcialmente a algunos ganaderos admitiendo como causa las malas prácticas en el manejo de la vacuna y no los defectos del producto en si mismo.
ASAJA de Castilla y León, en vista al informe de Sanidad, exige al Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, así como a la Junta de Castilla y León, el reconocimiento de los perjuicios que en su día causaron a los ganaderos en lo que ha sido “una de las etapas más oscuras y siniestras de las campañas de saneamiento ganadero”, que se indemnicen todos los daños que en su día se declararon y en particular los casos que también notificaron los facultativos veterinarios, que se retiren los lotes de vacunas que pudiera haber de aquella época y que no se efectúen compras de medicamentos sin las suficientes garantías de inocuidad.
ASAJA nunca cuestionó la efectividad de la vacuna para combatir la enfermedad de la lengua azul, pero denunciamos que la improvisación llevó a adquirir lotes de vacunas no suficientemente contrastadas que ocasionaron efectos adversos de serias consecuencias económicas para los ganaderos. Muchas explotaciones de Castilla y León afectadas por los efectos adversos de la vacuna no han alcanzado todavía la normalidad productiva, otras sencillamente han desaparecido porque el ganadero se arruinó. Desde el 30 de junio la vacunación contra la lengua azul ya no es obligatoria, por lo que la mayoría de los ganaderos, ante la mala experiencia con vacunas de años anteriores, prefieren arriesgare y no vacunar en un momento en el que además el riesgo de propagación del virus es bajo.
ASAJA Castilla y León