Más de 800 millones de personas carecen todavía del acceso a los alimentos que necesitan. Son muchas menos que los 960 millones calculados hace treinta años, pero aún así constituyen una cifra impresionante que representa el 13 por ciento de la población mundial, dice la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en su informe anual «El estado mundial de la agricultura y la alimentación (SOFA 2000)» que se ha dado a conocer hoy durante una conferencia de prensa en el Institut National Agronomique de Paris-Grignon. La desnutrición se ha reducido, especialmente en los populosos países de Asia. El hambre se desencadena ahora sólo en circunstancias excepcionales, pero Africa sigue siendo un foco de graves preocupaciones en materia de desarrollo, observa el SOFA. Los últimos 50 años han dejado una herencia de problemas irresueltos, nuevos retos, riesgos e incertidumbre. «Durante mucho tiempo no se ha reconocido la aportación clave de la agricultura al desarrollo económico y social . Por otra parte no se ha prestado al hambre en el mundo la atención constante que merece». El SOFA sostiene que los últimos años del siglo XX han sido generalmente desfavorables para la agricultura y la alimentación en el mundo. «Muchos países en desarrollo han tenido que enfrentarse a fenómenos atmosféricos adversos poco habituales, además de al negativo impacto económico de la crisis financiera de 1997, a la baja de los precios de diversos de sus principales géneros de exportación, y en algunos casos, a la inestabilidad y los conflictos políticos». «La discontinuidad del abastecimiento de alimentos, asociada con estos problemas, ha desembocado en graves emergencias alimentarias en un buen número de países – en la actualidad más de 30 – en todo el mundo». «Las perspectivas de un crecimiento de la productividad como en el pasado se ven ahora obstaculizadas en muchos países por la degradación del terreno, la disminución de los recursos acuíferos y la reducción de las oportunidades de inversión en el riego. Sin embargo, ahora hay pruebas de que la biotecnología puede contribuir de forma substancial a resolver estos problemas, siempre que se tomen las precauciones adecuadas contra las consecuencias negativas».
FAO NOTAS