Para todo el proceso, el equipo valenciano es el único en España que realiza esta investigación y uno de los principales centros de referencia europeo. Esto se debe a que la cría de conejo para consumo es una industria netamente mediterránea. Sólo la Europa más meridional, como Francia, Portugal, España, Italia y Grecia, consume conejo como alimento, frente a los países del norte que conciben este animal como una mascota.
Según los datos del Ministerio de Medio Ambiente, las emisiones de metano –uno de los gases que provocan el efecto invernadero- procedentes de animales fueron de 422.411 toneladas en 2005 y, según las estimaciones del grupo de trabajo, los conejos produjeron unas 1.350 toneladas ese mismo año. En cuanto al amoniaco, las estimaciones del grupo de trabajo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos elevan a unas 3.000 toneladas al año, procedentes de los 16 millones de conejos censados.
Contaminación transfronteriza del amoniaco:
Si bien, la ganadería supone el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero –el metano pero también el óxido nitroso- en el caso del amoniaco, la actividad ganadera genera el 80% del que se emite. A partir de este inventario, el objetivo del grupo de trabajo, según Fernando Estellés y Antonio Torres es determinar de qué manera se pueden reducir estas cantidades. Ambos profesores apuntan a un cambio en los componentes de la dieta de los animales para reducir el nivel de amoniaco en sus deyecciones.
Según el profesor Antonio Torres, “esta sustancia contribuye directamente a la formación de lluvia ácida, al ser un compuesto ácido soluble en agua”. El amoniaco, que procede de la urea presente en las deyecciones de los animales “es un gas soluble en agua, por lo que junto con el vapor de agua se concentra en las nubes y puede aparecer al cabo del tiempo a varios kilómetros cuando llueve”. De ahí el interés de la Unión Europea por reducir al mínimo la generación de esta sustancia por parte de los animales.
El interés de la Unión Europea por el control de la emisión de amoniaco ha quedado traducido en la emisión de la denominada Directiva Techos. Esta directiva establece los máximos que un estado puede emitir de determinadas sustancias cuyos efectos se trasladan por el aire. Entre dichas sustancias se encuentra el amoniaco de origen animal.
La directiva Techos, que se emitió en 2001 establece los límites que deberán seguirse a partir de 2010, de ahí que los estados miembro necesiten realizar de forma previa toda una serie de inventarios y de diagnósticos de su situación. En esta área se enmarca el trabajo de inventario que realiza el departamento de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Valencia, por encargo del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino. En este sentido, la labor del departamento no es sólo inventariar, sino actualizar anualmente dichos inventarios y elaborar informes sobre la proyección de las emisiones para los gases contaminantes.
Para Antonio Torres, coordinador de los trabajos “resulta estimulante saber que el ministerio de medio ambiente nos considera un departamento de referencia en España y nos ha confiado el trabajo de inventariar y de proponer medidas para reducir las emisiones de gases contaminantes”.
UPV