Investigadores del Consejo Superior de investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración con la Junta de Andalucía, liberarán a lo largo del verano 240 ejemplares de tortuga boba (Caretta caretta) en playas del Parque Natural de Cabo de Gata (Almería). Con esta campaña, se cumplen tres años de este proyecto de investigación que estudia la viabilidad de reintroducir esta especie, severamente amenazada, en costas españolas, donde anidaba tradicionalmente.
Los ejemplares liberados en esta fase del proyecto proceden de los 400 huevos que los investigadores del CSIC trasladaron desde Cabo Verde en septiembre de 2008.
Entonces, los científicos enterraron la mayor parte en las mismas playas en las que ahora se desarrolla la suelta. “La razón de rescatar a las tortugas cuando los huevos eclosionaron, en lugar de permitir que se introdujeran en el mar, es garantizar su supervivencia”, explica el director del proyecto, Adolfo Marco, de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), en Sevilla. “Además de ser más grandes, los ejemplares de un año de edad presentan un alto de grado de osificación en su caparazón. El caparazón de los ejemplares recién nacidos es frágil y apenas pesan 20 gramos”, añade.
En paralelo, el equipo ha reforzado este proyecto de conservación con el traslado de 500 huevos desde la isla de Boavista, en Cabo Verde. 350 de ellos serán, de nuevo, enterrados en cinco nidos ubicados en playas de Cabo de Gata y el resto se incubará de forma controlada en las instalaciones experimentales de la Estación Biológica de Doñana. Tras un periodo que oscila entre los 50 y los 65 días, nacerán las nuevas tortugas que serán liberadas el próximo año. Mientras tanto, su desarrollo se monitorizará en diferentes instalaciones de la Junta de Andalucía.
Los huevos son trasladados hasta las playas españolas desde la isla de Boavista, en Cabo Verde. Este enclave, con una playa de apenas 50 kilómetros de largo, es en la actualidad el único lugar donde anida la tortuga boba en todo el Atlántico oriental, desde Sudáfrica hasta Europa. “Con este proyecto, se pretende ampliar el área de anidación de la tortuga boba de forma significativa y a playas con buenas condiciones de incubación. En la isla de Boavista, la caza sistemática de hembras y la alta mortalidad en los nidos por fallos en la incubación o depredación ponen en peligro la supervivencia de este único núcleo reproductor en miles de kilómetros de litoral”, apunta Marco.
BALANCE DEL PROYECTO
Para el investigador del CSIC, el balance del proyecto resulta prometedor: “Según nuestras estimaciones, las tortugas tardarán entre 15 y 20 años en volver a las playas andaluzas donde nacieron para depositar sus propios huevos. Es entonces cuando podremos valorar el éxito de esta iniciativa”.
Junto al proyecto de conservación en tierras españolas, el CSIC participa en la coordinación de esfuerzos para investigar, proteger y conservar a la tortuga boba en Cabo Verde, en colaboración con el Gobierno del país y diversas instituciones nacionales e internacionales. Así, los investigadores de la Estación Biológica de Doñana llevan trabajando más de diez años para proteger las zonas de anidación.
Su contribución también se materializa en formación de expertos en conservación de estos animales, campañas de sensibilización y fomento del ecoturismo como alternativa social, entre otras actividades.
LA AMENAZA DEL CALENTAMIENTO GLOBAL
Según explican los científicos, el calentamiento global también amenaza la anidación de tortugas marinas como Caretta caretta, ya que la elevación del nivel del mar puede reducir de forma “sustancial” las playas de anidación disponibles para las tortugas. Sin embargo, Marco y su equipo inciden en otra consecuencia negativa que ya puede apreciarse: la reducción de machos debido a que precisan temperaturas más frías de incubación. “En este contexto, las playas andaluzas representan una buena opción para que aumente el nivel de ejemplares macho, dada su variedad climatológica”, indica el investigador del CSIC.
La elección de las playas de Cabo de Gata para la incubación de los huevos fue fruto del estudio previo realizado por los científicos, que evaluaron hasta 100 localizaciones diferentes a lo largo de todo el litoral andaluz. En un futuro próximo, la presencia de la tortuga boba podría constituir un nuevo valor ecológico del Parque Natural de Cabo de Gata.
CONOCER MEJOR A LAS TORTUGAS MARINAS
Como señala Marco, “las tortugas marinas siguen siendo animales muy misteriosos.
Su estudio es complejo, dado que pasan la mayor parte de su vida en el océano, y aún quedan por revelar múltiples incógnitas sobre su biología y comportamiento. En este sentido, nuestra iniciativa puede aportar datos relevantes no sólo sobre la tortuga boba, sino sobre el resto de las tortugas marinas”.
Todas las tortugas que forman parte del proyecto son liberadas con un chip subcutáneo que permitirá su identificación cuando regresen. Por otro lado, algunas de ellas llevan un dispositivo de seguimiento mediante ultrasonido, que permite monitorizar su evolución en sus primeros momentos en el océano. “Gracias a este seguimiento, hemos podido corroborar que las tortugas bobas alcanzan mar abierto con mucha rapidez”.
Los científicos del CSIC han iniciado un nuevo estudio, dirigido a conocer cuál es el comportamiento de las tortugas ante especies depredadoras presentes en el Mediterráneo. Para ello, han introducido varios ejemplares en el acuario de Almuñécar (Granada), que reproduce los ecosistemas marinos del Mediterráneo y es el mayor de Andalucía.
El director del proyecto, Adolfo Marco, de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), prepara los nidos
a 45 cm de profundad para la incubación de los huevos de tortuga y les coloca el chip subcutáneo
para su posterior identificación. // Departamento de Prensa CSIC
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