Artículo de opinión de José Antonio Turrado, secretario general de ASAJA Castilla y León
Una de las actividades sindicales más importantes que año tras año desarrollaba ASAJA era el análisis y valoración de los presupuestos generales de la Junta en materia de agricultura y ganadería. En teoría, lo que no está en los presupuestos no se hace, y lo que está es lo que marca la actuación política a lo largo de todo un ejercicio económico. El tiempo y los acontecimientos nos han llevado a desengañarnos de que todo el esfuerzo invertido en ello era en vano.
Según Turrado, los presupuestos son siempre ‘farragosos’, y además en los últimos años los presentan para que no los entienda nadie. Con mala fe se ocultan datos, se oculta información que es fundamental para poder hacer la legítima crítica política o sindical a los mismos. No obstante, en la práctica no es tan difícil entender de qué va la cosa. Del dinero propio que pone la Junta, más del ochenta por ciento se lo gastan en funcionarios, trabajos contratados a terceros, mobiliario, equipos y coches, muchos coches para no estar nunca en los despachos. Las ayudas directas de la PAC, ahora incluido también el ‘pago único’, vienen en su totalidad de Bruselas, por lo que Agricultura es un organismo meramente gestor y pagador. Existe un ‘cajón de sastre’ de dinero propio que el Consejero destina para cumplir con ciertos compromisos políticos que en buena lógica, sin querer se van acumulando a lo largo del año. Y por último, queda el dinero del llamado ‘desarrollo rural’, un importante paquete que abarca más de una decena de líneas de ayuda, todas ellas importantes (jubilación anticipada, incorporación de jóvenes, programas agroambientales, concentraciones parcelarias, regadíos, industria agroalimentaria, programas Leader, jubilaciones agrarias,…) donde, hasta ahora, la Junta ponía más o menos el 20 por ciento, otro tanto el ministerio de Agricultura, y un 60 por ciento Bruselas.
Los capítulos de personal y gastos corrientes, dinero de la Junta, necesariamente crecen conforme al IPC, y da igual que ello figure o no en los presupuestos, pues va a ser así. El dinero de las ayudas directas será el que tenga que ser, independientemente de lo que figure en presupuestos, y con seguridad será menos cada año. Y el dinero del desarrollo rural, a día de hoy es todo una incógnita. Tanto es una incógnita que el Ministerio de Agricultura no ha dicho ni una palabra de cuánto va a aportar a Castilla y León ni para qué programas, y lo que es más importante, no ha dicho cuánto va a aportar de fondos europeos, pues es su potestad repartirlos. Los primeros rumores apuntan que de los mas o menos 2.000 millones de euros que aportó Bruselas y Madrid en el periodo de 7 años que ahora finaliza, nos podíamos quedar en bastante menos de la mitad, por lo que si esto se confirma, cualquier análisis que hagamos de los presupuestos, al margen de este asunto, es igual que contar calderilla.
Con la incertidumbre de saber si vamos a recibir o no una suma tan importante como son 1.000 millones de euros, o lo que es lo mismo 140 millones en cada anualidad, cualquier análisis de los presupuestos conduce necesariamente a la nada. Y es que los presupuestos nunca son creíbles, pero este año menos. Al consejero de Agricultura le ha tocado el papelón de hacer ver que su presupuesto crece en año electoral, de hacer ver que no va a dejar en la cuneta ninguno de los compromisos de gobierno actuales, le toca hacer ver que todavía hay campo para iniciativas nuevas, y todo ello cuando el que reparte la mayor parte del dinero que es el Gobierno de Zapatero, ha dicho que mandará la mitad. Con los presupuestos de Agricultura de este año una familia honrada se moriría de hambre, pues a la hora de ir al supermercado se encontraría con unas expectativas de gastos que no refrenda la cartera; en resumidas cuentas que no hay tesorería.
Desde la crítica política y sindical se podría decir, y con razón, lo que se dice siempre: son insuficientes, son continuistas, no dan respuesta a los problemas del sector y no afrontan con valentía la reestructuración que está viviendo el campo y el medio rural. Pero además de esto, hay que decir que los presupuestos no son creíbles. Son mentira.
ASAJA Castilla y León