Debido a que la alimentación es una necesidad básica, el sector agrícola está demostrando una mayor resistencia a la crisis económica mundial que otros. Pero las dificultades podrían aumentar si la contracción económica se acentúa, según advierte el nuevo informe de la OCDE y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) publicado ayer.
El informe Perspectivas de la Agricultura 2009-2018 estima que el descenso en los precios agrícolas y en la producción y consumo de bienes agrícolas sea moderado, siempre y cuando la recuperación económica comience dentro de dos o tres años. A medida que la contracción económica lleva a un descenso en los precios de los alimentos, se suaviza la presión sobre los consumidores afectados por la recesión, que tienen menos dinero para gastar.
Los precios de los alimentos han bajado en relación a los valores máximos registrados a comienzos de 2008 pero continúan siendo elevados en muchos países pobres. No se espera que durante la próxima década los precios de todos los productos básicos agrícolas, excepto la carne de vacuno y de cerdo -incluso ajustados a la inflación- desciendan a los niveles previos a los máximos registrados en 2007-08.
Está previsto que en los próximos 10 años los precios medios de los cereales sean un 10-20 por ciento más altos en términos reales (ajustados a la inflación) que el valor medio del periodo 1997-2006. Los precios de los aceites vegetales subirán un 30 por ciento.
La esperada recuperación económica, una mayor demanda de alimentos en los países en desarrollo y el emergente mercado de los biocombustibles son los elementos clave para apuntalar los precios y los mercados de productos básicos agrícolas a medio plazo.
El informe advierte que en los próximos años no se pueden descartar episodios de volatilidad extrema en los precios similares al aumento experimentado en 2008, especialmente cuando los precios de los productos básicos dependen cada vez más de los costes de la energía y el petróleo y los expertos medioambientales advierten de unas condiciones meteorológicas muy variables.
Aunque se espera que aumente la producción, el consumo y el comercio agrícola en los países en desarrollo, la inseguridad alimentaria y el hambre son problemas crecientes para la población pobre del mundo. El informe sostiene que el problema a largo plazo reside en el acceso a los alimentos, más que en su disponibilidad, y que la reducción de la pobreza y el crecimiento económico suponen una parte importante de la solución. El impulso a la agricultura es clave para el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza, ya que el 75 por ciento de los pobres en los países en desarrollo viven en zonas rurales.
El estudio afirma que, además de una ayuda internacional más eficaz, los gobiernos pueden contribuir mejor al desarrollo agrícola nacional mediante políticas específicas como la inversión en infraestructuras, el establecimiento de sistemas eficaces de investigación y desarrollo y la concesión de incentivos para el uso sostenible del suelo y el agua.
También destaca la necesidad de una mayor apertura de los mercados agrícolas y el impulso al desarrollo económico más allá de la agricultura en las regiones rurales pobres.
FAO