“El precio de la leche fluctúa tanto que no hemos querido depender de ese único producto -afirma Guido Bogdanovic, gerente de la cooperativa-, así que consideramos varias alternativas y la que nos pareció más rentable fue invertir en paneles solares”.
El proyecto consiste en emplazar instalaciones de energía solar fotovoltaica en la propia cooperativa, concretamente se ha colocado en el tejado de la nave, y en cada explotación ganadera cuyo titular se haya sumado al plan. En total se han apuntado 77 socios. Por tanto, añadiendo la de la cooperativa, serán 78 instalaciones que podrían en total producir 7,8 megavatios por hora de energía solar.
Cada instalación ocupa 1.200 m2 y consta de 762 pequeñas placas que absorben luz, y de un inversor que la convierte en energía eléctrica, generando 100 kilovatios/hora.
Teniendo en cuenta que cada una ha supuesto 730.000 euros, costeados mediante un crédito financiero avalado por el propio ganadero, Bogdanovic considera que en 11 años habrán amortizado la inversión y empezarán a cobrar beneficios, que estima sean de 5.000 euros netos mensuales por socio.
La instalación fotovoltaica se puede ubicar en tejados o a ras del suelo, y el único mantenimiento que precisa es limpiar las placas con agua a chorro de manguera dos veces al mes. Por otra parte, la cooperativa se encarga de gestionar todos los trámites burocráticos requeridos, incluyendo la consabida autorización administrativa y el contrato de venta de electricidad a Iberdrola, con el fin de que ningún socio quede desasistido.
De momento sólo hay una instalación a pleno funcionamiento, la de la cooperativa. Las demás se están instalando y al final de 2006 serán 45 las operativas. El resto, hasta completar 78, se irán montando el próximo año.
“Si los ganaderos no tuvieran una situación tan precaria –señala el gerente-, no buscarían alternativas. Además, la coyuntura empeora por la competencia desleal de los ganaderos franceses, que reciben subvenciones mayores que nosotros y pueden vender leche a precios bajísimos. Eso es culpa de la Administración, que tendría que resolverlo”.
Sea por la precariedad del sector, o porque los 75 socios activos (y 20 inactivos) de Lacto Unión son especialmente innovadores, el Consejo Rector apoya sin fisuras los proyectos de Bogdanovic, que sólo lleva un año al frente de la cooperativa, en la que aterrizó procedente de un Kibbutz israelí (él ostenta esa nacionalidad), donde trabajaba como responsable de establos. “Me traje de allí las ideas de globalización cooperativa”, apunta.
Otras aspiraciones que el gerente espera poner en marcha son un centro de compras de alfalfa que facture hasta 6 millones de kilos al año; una planta de biogas (obtenido de la fermentación de los purines) que genere electricidad y, gracias al calor subsiguiente, montar un secadero de semillas, una planta de destrucción de leche y otra de secado; un centro de recría de novillas; y un cebadero de terneros.
Lacto Unión, asociada a Urcacyl, se creó hace 13 años y, además de vacuno de leche, centra su actividad en materias primas para alimentación animal.
CCAE