Este estudio ha sido difundido a través del Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC) y en él se plantea que los pinares de las zonas oceánicas de la Cordillera Cantábrica empezaron su decaimiento hace 10.000 años.
Sin embargo, la primera evidencia del deterioro por la acción del ser humano (pastoreo, tala de árboles, agricultura) tiene 5.000 años. Desde entonces, la situación de los pinares ha empeorado, y con ellos, la del urogallo cantábrico.
Juan Manuel Rubiales, autor principal del estudio, confirmó a SINC que el urogallo cantábrico, ave genéticamente original y emblemática de los bosques montanos, ha cambiado sus hábitos, “probablemente de manera forzosa”, para asegurar su persistencia.
Rubiales insiste en que la inestabilidad poblacional de estas aves “puede estar agravada por la ausencia de coníferas naturales en los ecosistemas mejor conservados de su hábitat” en la montaña cantábrica. En la mayor parte de su área de distribución europea, los urogallos se mantienen en invierno gracias a una alimentación basada en hojas y yemas de pinos.
Aunque los pinares montanos cantábricos de pinos silvestres estén protegidos por las leyes regionales, no lo están por la directiva europea Hábitats. Los científicos sugieren estrategias de conservación urgentes y que se incluyan en esta directiva “por sus implicaciones biogeográficas”.
(*) JOURNAL OF BIOGEOGRAPHY 35(10): 1840-1850 OCT 2008. “The Late Holocene extinction of Pinus sylvestris in the western Cantabrian Range (Spain)”. Rubiales, Juan M.; García-Amorena, Ignacio; García Álvarez, Salvia; Gómez Manzaneque, Fernando.
UPM