La agricultura es una industria sin techo. La inversión, los esfuerzos de todo un año y los ingresos previstos en una explotación pueden perderse en unas pocas horas por una helada, una inundación o un pedrisco. Esta singularidad es la que llevó en su día al antiguo Ministerio de Agricultura -ahora Ministerio de Medioambiente, Medio Rural y Medio Marino (MARM)- a poner en marcha un sistema de seguros agrarios que, pese a sus deficiencias, permitía mitigar las pérdidas provocadas por fenómenos meteorológicos adversos e incontrolables.
Pese a que el sistema de seguros agrarios es voluntario y tiene un coste elevado para los agricultores y ganaderos, supone un ahorro para el Estado, que a través de ENESA, la Entidad Estatal de Seguros Agrarios, incentiva su contratación subvencionando una parte del coste a aquellos agricultores y ganaderos que están dispuestos a invertir en la protección de sus producciones.
Sin embargo, el Plan de Seguros Agrarios para una campaña tan crítica como la actual, aprobado recientemente por ENESA, va a rebajar las subvenciones para todas las líneas de seguros, lo que provocará un incremento en el coste del seguro para el agricultor y/o ganadero de entre un 5% y un 25%, en función de la línea de seguro a contratar.
Durante la campaña 2008 las subvenciones pagadas por ENESA fueron de 320 millones de euros, frente a un presupuesto de 280 millones de euros, por lo que hubo que dotar un crédito extraordinario de 40 millones de euros para compensar la desviación presupuestaria.
Para este año 2009, el presupuesto se congela en 280 millones de euros, lo que representa una bajada de subvenciones de un 14% con respecto al pasado año.
Desde ASAJA-Sevilla no podemos entender, y así lo denunciamos, cómo ENESA, en un año en el que el sector necesita más apoyo que nunca, da la espalda al sector y recorta en 40 millones de euros las ayudas a la contratación de seguros. El incremento de costes que se deriva de esta decisión va a provocar que en muchos casos el agricultor y el ganadero no puedan hacer frente al coste del seguro y renuncien a su contratación, quedando así totalmente desprotegidos.
ASAJA Sevilla
La responsabilidad de cualquier organización agraria, ASAJA-SEVILLA también, es pedir libertad de mercado para el seguro agrario. Las organizaciones agrarias cobran por ser intermediarios de Agroseguro, o sea que también contribuyen a elevar el precio del seguro agrario. Si éste estuviera liberalizado, podría el agricultor acudir a otras modalidades ofrecidas por otras compañías, con costes distintos, servicios variados y, sobre todo, precios más bajos y reales que los actuales, como ocurre con cualquier producto y servicio sometido a la libre competencia.
Insisto: AGROSEGURO es un MONOPOLIO, los costes del seguro son arbitrarios y caros porque no están sometidos a la competencia del mercado. De su carestía se benefician las organizaciones agraraias, ASAJA-SEVILLA también, ingresando comisiones de sus asegurados.
El problema de los costes de los seguros agrarios está en que hay que sostener con ello un monopolio de aseguradores privados ineficiente. Si tuvieran que competir entre ellos y la subvención se entregara al agricultor directamente y no al monopolio, este podría escoger la mejor oferta en cobertura y precio. Hasta cuándo arrastraremos un modelo atrasado.