La iniciativa se financia a través del Fondo para la Recuperación del Líbano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Muchos campesinos de la región no han podido regresar a sus campos debido a la presencia de más de un millón de bombas de racimo israelíes que han quedado sin explotar tras el conflicto del pasado año. Más de 200 personas han muerto o resultado heridas por este tipo de explosivos desde el final de la guerra.
Según el Centro de Coordinación de Acciones contra Minas de la ONU en Líbano meridional, se han retirado ya cerca del 10 por ciento de las bombas de racimo, permitiendo la reanudación de las actividades agrícolas en varios distritos.
Los programas de la FAO de rehabilitación temprana se centrarán en los sectores de horticultura y ganadería.
Ayuda en especie
Los cultivadores de frutas y hortalizas, muchos de los cuales se hallan fuertemente endeudados tras haber perdido sus cosechas y verse obligados a permanecer inactivos durante meses, recibirán ayuda en especie –fertilizantes, semillas y plantones-, así como apoyo para rehabilitar sus invernaderos.
Los ganaderos que perdieron sus animales recibirán también ayuda para reponerlos, al tiempo que se tomarán medidas para mejorar la productividad en las zonas afectadas.
Según una primera evaluación realizada por la FAO tras la guerra, las pérdidas del sector agrícola se elevan a unos 280 millones de dólares EE.UU.
La mitad de la población activa en el Líbano meridional se dedica a tiempo pleno a la agricultura para ganarse la vida, y de este sector procede cerca del 70 por ciento del total de ingresos familiares. Unas 50 000 familias han sufrido un perjuicio económico a causa del conflicto.
FAO