La estrategia se presentó el pasado viernes en Kampala, en el curso de una conferencia sobre seguridad alimentaria en ese continente, organizada por el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IIPA).
Victoria Sekitoleko, Representante sub-regional de la FAO para Africa austral y oriental, señaló en su intervención que cualquier estrategia para garantizar una alimentación y nutrición adecuada en Africa debía potenciar la voluntad política y los recursos necesarios; incrementar la productividad agraria y controlar el ciclo completo de los alimentos y de la nutrición.
Hablando en nombre del Director General de la FAO, Jacques Diouf, Sekitoleko afirmó que «para invertir la situación de un continente donde el 45 por ciento de la población vive con menos de un dólar al día, las soluciones a largo plazo tienen que centrarse en el papel de la agricultura para mejorar el acceso a los alimentos, aliviar la pobreza y promover el crecimiento económico».
La Representante de la FAO recordó algunos de los desafíos importantes a los que hay que hacer frente para mejorar la situación alimentaria y nutricional en Africa:
disminución de la ayuda externa a la agricultura;
la ayuda externa a la agricultura no llega a los países más inseguros desde el punto de vista alimentario;
la producción de cereales y en general la producción agraria se han estancado;
la cifra de personas subnutridas en Africa subsahariana es superior al 26 por ciento de la población;
el número de emergencias, provocadas cada vez más por los seres humanos, ha aumentado.
Hacen falta grandes inversiones
Sekitoleko insistió en que se necesitaban voluntad política y recursos para las iniciativas de desarrollo que ponen a las personas en el centro de atención y apuntan explícitamente a mejorar su nutrición. En este sentido, subrayó la importancia de la Nueva Alianza para el Desarrollo de Africa (NEPAD), formulada con el apoyo de la FAO, como marco de acción para que los países africanos puedan superar la crisis agrícola que los afecta, liberar a sus ciudadanos del hambre y anclar un desarrollo socioeconómico de amplia base.
Asimismo, según la organización de Naciones Unidas, hacen falta inversiones públicas y privadas para aumentar la productividad agrícola. La FAO estima que en Africa se riega sólo el 7 por ciento de la tierra cultivable, comparado con el 40 por ciento de Asia. Si se excluyen Marruecos, Egipto, Sudán, Madagascar y Sudáfrica de este total, la cifra desciende al 3 por ciento.
Sin iniciativas que saquen mejor partido a los recursos hídricos, las tierras de regadío en Africa crecerán a un promedio inferior al 1 por ciento en el periodo que comprendido entre 1996 y 2030. De ser así, en esa fecha, el conjunto de tierras de regadío será apenas el 20 por ciento de la superficie potencial, constata la FAO.
La FAO estima que alrededor del 75 por ciento del crecimiento previsto en la producción de cultivos en Africa entre 1996 y 2030 procederá de la intensificación de la agricultura, lo que supondrá un aumento de un 62 por ciento en el rendimiento de las cosechas y una mayor intensidad de cultivos, el 13 por ciento, mientras el restante 25 por ciento será debido a la expansión de la tierra de labranza.
El rendimiento de los cultivos de regadío es tres veces más alto que el de los de secano, pero la actividad agraria en el 93 por ciento de la tierra de labranza africana depende de lluvias extremadamente imprevisibles.
Decisiva la inversión en regulación de aguas
Sekitoleko recalcó que la inversión en la regulación de las aguas era fundamental para cerrar la brecha entre la producción y la demanda de alimentos. La regulación de las aguas es un componente esencial del Programa Especial de Seguridad Alimentaria de la FAO (PESA).
La gestión del agua, según el programa especial, es el punto de partida para intensificar la producción de cultivos y diversificar los ingresos procedentes de la agricultura. Sólo se pueden conseguir aumentos sustanciales de la producción si se garantizan las condiciones de óptimo abastecimiento de aguas mediante la introducción de tecnologías apropiadas de riego, conservación del agua, drenaje y control de las crecidas.
Mediante consulta con los pequeños cultivadores, se identifican los obstáculos para la ordenación de las aguas así como las técnicas para su regulación y se ponen a punto las soluciones y las tecnologías no onerosas para intensificar la producción agraria, recordó Sekitoleko
FAO