Nota de la FAO
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) propuso ayer una serie de cambios significativos en la forma como la ayuda alimentaria internacional es gestionada y distribuida.
En la última edición de su informe anual “El estado mundial de la agricultura y la alimentación” (SOFA), la FAO recomienda poner fin a la práctica habitual de vincular la ayuda alimentaria, lo que implica que aproximadamente un tercio del presupuesto mundial de este tipo de ayuda – cerca de 600 millones de dólares – se gasta en los países donantes y nunca llega a los beneficiarios.
Poniendo énfasis en lo importante que es realizar un sólido manejo de la ayuda alimentaria, el informe sugiere también que, de ser posible, la ayuda debe ser en dinero en efectivo o cupones para alimentos, más que en envíos alimentarios, que pueden afectar a los productores y los mercados en los países receptores, y crear distorsiones en el comercio agrícola internacional.
La ayuda alimentaria internacional supone en la actualidad unos 10 millones de toneladas de alimentos al año para cerca de 200 millones de personas necesitadas, con un coste estimado total de 2 000 millones de dólares. Junto con admitir que la ayuda alimentaria es con frecuencia esencial, el informe SOFA 2006 se pregunta si este enorme esfuerzo no ocasiona a veces más perjuicio que beneficio.
No hay alternativa en caso de crisis humanitarias
El documento admite que no hay alternativa a la ayuda alimentaria a la hora de hacer frente a las crisis humanitarias, que en determinados casos implican situaciones de hambre crónica. La ayuda alimentaria ha salvado sin duda las vidas de millones de personas y tiene otras valiosas funciones, tales como hacer posible que los niños continúen acudiendo a la escuela o complementar la dieta de las mujeres embarazadas.
A pesar de todo, esta ayuda puede alterar los mercados locales y debilitar la capacidad de recuperación de los sistemas alimentarios locales, según el informe de la FAO, en especial cuando llega en el momento equivocado o está dirigida a la gente equivocada. Otro problema es que puede desplazar las exportaciones comerciales de los países donantes –uno de los mayores contenciosos en las actualmente bloqueadas negociaciones comerciales multilaterales de la Ronda de Doha.
A diferencia de la ayuda en especie, “la transferencia de dinero en efectivo y los cupones para alimentos pueden estimular la producción local, fortalecer los sistemas alimentarios locales y a los beneficiarios en una forma que la ayuda alimentaria tradicional no es capaz de lograr”, asegura el informe.
Ayuda vinculada
SOFA señala que hasta un 90 por ciento de toda la ayuda alimentaria puede llegar a estar vinculada a algunas condiciones específicas. Este hecho dificulta a menudo el que las agencias encargadas de distribuir la ayuda puedan utilizarla de la forma más eficaz y garantizar que llegue a la gente que más la necesita.
El principal donante a nivel mundial gasta cerca de la mitad de su presupuesto de ayuda alimentaria en procesarla a nivel local y en transportarla en compañías nacionales, según un estudio citado en SOFA. En conjunto, un tercio de los recursos destinados a la ayuda alimentaria a nivel mundial se desperdicia por tales requerimientos, subraya el informe.
La “trampa de la ayuda”
Entre las principales recomendaciones del informe se incluyen:
– Eliminar los programas, o la ayuda alimentaria intergubernamental, que por definición no está dirigida específicamente a los grupos necesitados. Detener la “monetización” de la ayuda alimentaria, por la cual una de cada cuatro toneladas de ayuda alimentaria se vende en los mercados locales de los países beneficiarios para generar fondos para el desarrollo.
– Entregar ayuda en forma de dinero en efectivo o cupones para alimentos cuando sea posible y utilizar la ayuda alimentaria en especie tan solo en los lugares en los que la inseguridad alimentaria sea consecuencia de la escasez de alimentos y no de otro tipo de problemas, como la dificultad para acceder a ellos. La ayuda destinada a mejorar los mercados – por ejemplo, reparando las carreteras o mejorando las infraestructuras rurales – puede ser más efectiva.
– Adquirir la ayuda alimentaria a nivel local o regional cuando sea posible, ya que puede ser muy beneficioso para el desarrollo agrícola en muchos países de bajos ingresos. Estas compras pueden no ser siempre deseables, sin embargo, ya que pueden producir un alza de los precios a nivel local.
– Mejorar los sistemas de información, evaluación de necesidades y control. En caso de crisis repetidas y cuando el hambre es crónica, donantes y receptores pueden quedar aprisionados en la “trampa de la ayuda”, en la que se descuidan las estrategias de desarrollo a largo plazo.
El informe concluye que la ayuda alimentaria debe ser vista esencialmente como una opción más dentro de un amplio rango de medidas de protección social que garanticen a la gente necesitada el acceso a los alimentos y ayuden a las familias a afrontar las crisis.
Emergencias
La ayuda alimentaria de emergencia supone hoy entre la mitad y tres cuartos de toda la ayuda alimentaria, con 39 países receptores. Durante las últimas dos décadas el número de emergencias humanitarias se ha doblado, desde 15 a 30 anuales, con especial incidencia en Africa, en donde se han triplicado.
El mayor receptor de ayuda alimentaria en años recientes ha sido Corea del Norte, que recibe de media al año el equivalente a 1,1 millones de toneladas de cereal, lo que supone más del 20 por ciento del suministro total de alimentos en el país asiático. En segundo y tercer puesto se encuentran respectivamente Etiopía y Bangladesh.
Cerca de la mitad de toda la ayuda alimentaria internacional es canalizada a través del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), que ha realizado una importante labor para mejorar la gestión de estas ayudas durante los últimos 20 años.
Imperativo moral
En la presentación del informe SOFA, el Director General de la FAO, Jacques Diouf, señaló que “ninguna persona consciente puede negarse al imperativo moral de ayudar a las personas que no pueden alimentarse a sí mismas”.
Pero advirtió que “en muchos casos la ayuda alimentaria es utilizada porque se trata del único recurso disponible y no porque sea la mejor solución al problema”.
“Siempre que sea posible, es ‘mejor enseñar y ayudar a la gente a pescar, en vez de darle el pescado’. A largo plazo, habría que focalizarse en medidas preventivas destinadas a incrementar la seguridad de la producción alimentaria y la productividad, en particular a través de inversiones en el control del agua e infraestructuras rurales y también a través del acceso a los insumos y al crédito”, añadió Diouf.
FAO