La FAO promueve la bioenergía para luchar contra la pobreza y fomentar el desarrollo sostenible

A pesar de que encierra grandes promesas para los países en desarrollo, la biotecnología a menudo es poco valorada y no se tiene en cuenta a la hora de elaborar políticas o programas agrarios y forestales en los que, sin embargo, tendría que integrarse con urgencia, observó hoy la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

«Las naciones deberían adoptar paulatinamente sistemas de energía basados en recursos energéticos como la biomasa y la energía solar y eólica», explicó Gustavo Best, especialista de la FAO y coordinador de cuestiones relacionadas con la energía, con motivo de la Conferencia Internacional sobre Energías Renovables que se celebra esta semana (1-4 de junio) en Bonn (Alemania).

La bioenergía abarca la leña y el carbón vegetal, los cultivos para la producción de biocombustible como la caña de azúcar, el sorgo dulce y la colza y los residuos agrarios y forestales que son fuente de calor, como el alcohol etílico, el biodiesel, la bioelectricidad y el biogas.

La bioenergía genera ingresos

La bionergía ofrece grandes oportunidades para la generación de ingresos y la creación de empleo en los países en desarrollo. «Producirla y usarla ayuda a combatir la pobreza y mejora la seguridad alimentaria. Puede reducir el degrado de los suelos y contrarrestar el cambio climático», agregó Best.

Hay que fomentar los sistemas bioenergéticos sostenibles para impedir la degradación de los bosques o la deforestación, el deterioro de las cuencas hidrológicas y la pérdida de la fertilidad de los suelos y de la biodiversidad, subrayó la FAO.

«La bioenergía se ha demostrado una fuente de energía rentable, disponible a nivel local y respetuosa con el medio ambiente», dijo Best.

La energía necesita a los pobres

La bioenergía en general y sobre todo la energía forestal son las fuentes principales de energía para casi la mitad de la población del globo. Los campesinos pobres utilizan la energía forestal, es decir la leña, para cocinar, entre otras cosas. Su acceso a otras fuentes de energía como la electricidad o el combustible que les permitirían mejorar sus ingresos y sus condiciones de vida es muy limitado.

En la actualidad la energía procedente de la biomasa supone el 15 por ciento de la consumida en todo el mundo. En algunos países en desarrollo su empleo ronda el 90 por ciento.

La energía forestal representa el 9 por ciento del consumo mundial de energía y más del 80 por ciento de la consumida en diversos países en desarrollo. Más del 60 por ciento de los productos madereros utilizados en el mundo son combustibles forestales.

La bionergía puede contribuir a diversificar la producción agraria y forestal, dice la FAO.

Algunos ejemplos positivos de su uso son la producción de alcohol etílico, partiendo del azúcar, sorgo y mandioca; de diesel biológico a partir de la colza y de otros cultivos energéticos.

La bioenergía juega un importante papel a la hora de ahorrar combustibles fósiles.

Un mercado del carbón en crecimiento

«Hay fuertes indicios de crecimiento y expansión del mercado del carbón -explicó Best- y la agricultura pasará por lo tanto a ser un sujeto clave de este sector».

«El mercado internacional de bioenergía se está haciendo realidad: leña, astillas, alcohol etílico, biodiesel y electricidad biológica viajan a través de las fronteras. Hay que garantizar que los campesinos no se queden al margen de los beneficios de este comercio».

En colaboración con la Universidad Agraria de Shenyang en China, la FAO trabaja en el desarrollo de nuevas variedades de sorgo dulce y de tecnologías para producir alcohol etílico en substitución de la gasolina. El sorgo dulce tiene la ventaja de poder ser utilizado como pienso animal mientras sus azúcares sirven para la producción de energía.

En Nepal, la FAO ha promovido el uso de excrementos animales como combustible de cocina y en Brasil ha puesto en marcha diversas actividades bionergéticas centradas en la integración de la energía y la agricultura de conservación.

Ese organismo de las Naciones Unidas apoya el uso de sistemas bioenergéticos sostenibles para combatir la pobreza y ayuda a sus países miembros a integrar la energía forestal y agrícola en sus programas agrarios, de silvicultura y de desarrollo energético rural

FAO

Deja una respuesta