La Hispalense descubre nuevas especies como bioindicadores ambientales

En este trabajo, realizado en varios puntos costeros de Andalucía, el grupo de la Hispalense comparó los resultados obtenidos en los caprélidos con nueve especies de crustáceos peracáridos y moluscos utilizados en la actualidad como biomarcadores. Y entre las conclusiones destacó que, para la mayoría de los metales pesados analizados, los valores de éstos en los caprélidos fueron mayores que en el resto de los grupos utilizados. Los caprélidos mostraron mejores cifras para cromo, mercurio y zinc, mientras que los moluscos acumulaban más plomo.

“Uno de los aspectos aplicados más interesantes que justifica el interés de los caprélidos es su uso como bioindicadores de la calidad ambiental de las zonas costeras. Hemos demostrado que estudiando la comunidad de caprélidos de una zona determinada podemos conocer, sin necesidad de llevar a cabo costosos análisis físico-químicos, si está o no contaminada. Esto se debe a que distintas especies de caprélidos tienen requerimientos diferentes”, apunta el investigador.

“Cuando en una zona encontramos especies como C. penantis, C. danilevskii y C. liparotensis, podemos estar seguros de que se trata de una zona de aguas limpias, oxigenadas, con valores altos de hidrodinamismo y niveles bajos de materia orgánica y sólidos en suspensión. Estas especies son muy sensibles a la contaminación orgánica y a la falta de oxígeno y desaparecen en zonas perturbadas por la acción del hombre”, sugiere Guerra.

Sin embargo, otras especies como Phtisica marina, Pseudoprotella phasma y Caprella acanthifera son capaces de soportar valores elevados de materia orgánica y valores muy bajos de hidrodinamismo y pueden resistir incluso ambientes portuarios altamente contaminados por hidrocarburos y metales pesados. De este modo, estudiando los caprélidos podemos conocer la calidad ambiental de nuestros fondos.

En Andalucía hay alrededor de treinta especies de caprélidos y en todo el mundo se conocen más de 300 especies. En los últimos 10 años, el profesor Guerra ha descubierto 7 géneros y 52 especies de caprélidos nuevas para la ciencia. Sus contribuciones se reflejan en más de 100 publicaciones en revistas de difusión internacional. Recientemente ha recibido el premio Jóvenes Investigadores otorgado por la Real Maestranza de Caballería y la Real Academia Sevillana de Ciencias, como reconocimiento a su excelente trayectoria investigadora.

Los crustáceos caprélidos tienen una morfología muy peculiar que recuerda por su aspecto a las mantis religiosas.Tienen dos pares de antenas y el cuerpo está formado por siete segmentos. Presentan dos pares de pinzas a las que se denominan gnatópodos; el primer par suele ser más pequeño que el segundo y normalmente los segundos gnatópodos suelen estar más desarrollados en los ejemplares machos que en las hembras.

Europa Press

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