A pesar de que las ratas se han introducido durante 2.000 años en las islas mediterráneas, “no se ha constatado ninguna extinción de especies de aves marinas desde que se introdujeron en las islas de esta cuenca”, señala a SINC Lise Ruffino, autora principal e investigadora en el Instituto Mediterráneo de Ecología y Paleoecología (IMEP) de la Universidad de Paul Cézanne (Francia).
El estudio, que se ha publicado recientemente en Biological Invasions, evalúa más del 50% de las islas del Mediterráneo occidental. En él, los científicos demuestran que sólo el 31% de las islas mediterráneas pequeñas (inferiores a cinco hectáreas) o islotes permanece libre de ratas. En realidad, el 99% de las islas superiores a 30 hectáreas están invadidas por las ratas negras y su convivencia con cuatro procelariformes ha producido un grave impacto en la supervivencia de estas aves.
De las cuatro especies analizadas, pardela cenicienta mediterránea (Calonectris diomedea diomedea), pardela mediterrénea (Puffinus yelkouan), pardela balear (Puffinus mauretanicus), y paiño europeo mediterráneo (Hydrobates pelagicus melitensis), “la única que pareció verse limitada por la presencia de la invasora fue el pequeño paiño europeo, y a escala regional”, apunta Ruffino.
Según la bióloga, “la presencia y abundancia de las otras tres pardelas estuvo más influenciada por las características propias de las islas”. Las islas mediterráneas muestran un nivel bajo de aislamiento geográfico, por lo que la larga convivencia ha podido ser más fácil por su configuración biogeográfica.
Mariano Paracuellos, otro de los autores del estudio e investigador en el Grupo de Investigación de Ecología Acuática y Acuicultura adscrito a la Universidad de Almería asegura que se han creado refugios y factores barrera intra-insulares que han limitadolas interacciones con las ratas: “Éstas han sido vías de escape en una convivencia que, de otro modo, podría verse seriamente afectada”.
SINC