La tecnología es la única opción para garantizar el alimento de las futuras generaciones

“Aquel que consiga que donde crecía una espiga, crecieran dos y donde nacía un tallo de hierba nacieran dos, habrá hecho más por la humanidad que todos los políticos del mundo juntos”, con esta cita de Jonathan Swift (Dublín, 1667-1745) se resume la presentación que Jesús Vázquez Minguela, Director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid, realizó en la sesión de apertura del curso “Tecnología y
sostenibilidad agrícola”, impartido dentro de los Cursos de Verano en Madrid de la UPM.
En 1930 eran 2.000 millones de personas las que habitaban nuestro planeta, 45 años después –en 1975– se había duplicado la cifra y a finales del siglo XX llegábamos a los 6.700 millones. Hoy nos acercamos a los 7.000 millones y las previsiones indican que, al alcanzar la mitad del siglo XXI, seremos 9.000 millones de seres humanos sobre la tierra.
Teniendo en cuenta estos datos, podemos ver como el ritmo de crecimiento de la población en las últimas décadas es impresionante. Hoy no solamente vivimos más años, sino que nuestra calidad de vida es mucho mejor. Igualmente, la mortalidad infantil se ha reducido de forma drástica, y el desarrollo de niños y jóvenes es notablemente superior al de generaciones anteriores.
Indudablemente, junto con los descubrimientos médicos y científicos –hoy no sólo se curan enfermedades que antes eran mortales, sino que los avances en prevención evitan el contagio de muchas otras–, la mejora constante en la dieta diaria ha conseguido que nuestra esperanza de vida sea cada vez más alta.
Desde luego es una situación muy positiva, pero también se nos ha creado un gran problema: dar de comer a una población cada vez más numerosa, sin poner en peligro la alimentación de las futuras generaciones.
Partiendo de este reto, durante el curso “Tecnología y sostenibilidad agrícola” se sucedieron conferencias y debates en los que se trataron los diferentes aspectos de la sostenibilidad agroalimentaria y su papel en el desarrollo de la sociedad actual. Fruto de estas sesiones, el grupo de expertos que participó en estas jornadas y que estaba dirigido por José Ramón Conde- García (Director del Departamento de Producción Vegetal-Fitotecnia, de la UPM), concretó
una serie de conclusiones que podríamos resumir en el siguiente decálogo:
1.- El principal objetivo de la agricultura es producir alimentos con la cantidad, calidad y accesibilidad suficiente para la población actual y las futuras generaciones.
2.- La agricultura tiene cada vez menos peso en los PIB y sus necesidades de recursos (energía, mano de obra y capital) son pequeñas en comparación con otros sectores, por lo tanto los problemas medioambientales que genera también lo son.
3.- La sostenibilidad es una cualidad multidimensional que mide la consecución de objetivos económicos, sociales, agronómicos y ambientales, por lo que deben medirse mediante indicadores cuantificables, sensibles y dinámicos.
4.- La mejora vegetal es básica para avanzar en la obtención de variedades más eficientes y adaptadas a condiciones particulares del entorno social y ambiental, incrementando sustancialmente el rendimiento por unidad de superficie.
5.- La innovación en los sistemas de riego permite ahorrar agua y la maquinaria facilita la actividad agraria, haciéndola más eficiente en términos energéticos, mano de obra y suelo utilizado. El consumo energético de todo ello, en los países desarrollados, supone menos de un 3% del total.
6.- La ciencia es el motor de la innovación en la sanidad vegetal, así la gestión de la defensa de plagas y enfermedades será más exitosa y respetuosa con el medio ambiente. Por su parte, la fertil ización es imprescindible para restituir los elementos minerales que fueron expropiados al suelo, pudiendo ser aplicaciones orgánicas o minerales.
7.- La agricultura puede ser un sumidero de carbono. Ante el cambio climático, su respuesta dependerá de la capacidad de adaptación de los agricultores y del acceso tecnológico que les permita alcanzarla.
8.- La sostenibilidad de la agricultura está vinculada al beneficio económico, por lo tanto la política agraria debe regular el uso correcto de los bienes públicos (agua, aire y suelo).
9.- Reducir la variabilidad a la que está sujeta la producción agrícola (meteorología, plagas, enfermedades…), es uno de los objetivos de la agricultura sostenible.
10.- Un reto para los próximos años es producir más con menos cantidad de recursos invertidos. Para ello, los agricultores deberán tener acceso a todos los medios de producción que faciliten y optimicen su labor, ya que el empleo de todos los recursos tratados (biodiversidad, agua, maquinaria, fertilizantes, fitosanitarios…) seguirá siendo imprescindible.

Como afirmó en su intervención Elena Sáenz, Coordinadora de la Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible, “en los últimos años, entre la opinión pública se ha extendido la idea de que todo lo sostenible tiene que ser ecológico y si no es ecológico, parece que no puede ser sostenible. Esto es un grave error ya que, aunque la agricultura ecológica tiene su espacio, es incapaz de hacer frente al reto de alimentar a toda la población con este tipo de producción”.
Para que todos seamos conscientes de esta realidad y podamos crear nuestra propia opinión y elegir entre las alternativas posibles, sin falsos tabúes y leyendas urbanas, los participantes del curso estuvieron de acuerdo en la importancia de una correcta educación y formación, tanto de los agricultores como de los consumidores ya que, según palabras del Profesor Vázquez Minguela “la sostenibilidad es algo inherente a la agricultura, siempre ha estado ahí, sin
nombre o con otros nombres, pero los tiempos modernos requieren que se externalice, se perfeccione y se cuantifique, ya que la agricultura sostenible es necesaria para un desarrollo integral sostenible”.

UPM

Deja una respuesta