“Pero en áreas de montaña con ganadería extensiva, la recogida de cadáveres de ganado resulta impracticable. Este es el caso de la ganadería trashumante durante su estancia en los puertos de verano, una práctica tradicional que se convierte así en un importante recurso trófico para los buitres en un mundo moderno”, explican a SINC los autores Pedro P. Olea, investigador del Instituto de Empresa (IE) de la Universidad de Segovia, y Patricia Mateo-Tomás, investigadora en la Universidad de León. Esta es la conclusión de un estudio que ha publicado recientemente la revista Biological Conservation.
“La comida aportada por la actividad trashumante en la cordillera Cantábrica podría mantener hasta 750 buitres durante los casi seis meses que el ganado trashumante pasta en los puertos de montaña”, señalan los científicos. Los científicos se centraron en la parte alta de la cadena trófica, y vincularon la trashumancia con la presencia del buitre leonado (Gyps fulvus). “Una relación que no se había analizado en profundidad”, apuntan los autores.
En el estudio, que recoge datos desde 1989 hasta la actualidad, e incluye 85 entrevistas a pastores, la conducta del buitre leonado se describe así: “Selecciona dormideros estivales ubicados en puertos usados sobre todo por ganado ovino, y responde con rapidez a los cambios de uso de los puertos por este ganado”. Los biólogos aseguran, sin embargo, que el número de buitres depende más del número
de cabezas de bovino, por la gran cantidad de comida que aporta cada vaca muerta.
Según los científicos, la presencia de ganado trashumante en la cordillera Cantábrica incrementa entre 1,5 y 6 veces la comida disponible respecto a lo aportado por el ganado local. “Esta práctica ganadera no sólo constituye un importante recurso trófico para el buitre leonado, sino que también puede serlo para otros carroñeros facultativos como el oso pardo y el lobo”, aseveran Olea y Mateo-Tomás.
SINC