Según explica J. Luis Guil Guerrero, investigador responsable de este proyecto, considerado de Excelencia por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa en la convocatoria de 2006 e incentivado con 127.000 euros, el pescado supone una fuente de obtención de estos ácidos no renovable. Como alternativa, el equipo de Guil propuso utilizar los precursores de dichos ácidos como complementos alimenticios. Sus precursores más eficientes se diferencian de los ácidos omega 3 y 6 en el número de carbonos, ya que presentan cadenas de 18 átomos. Entre ellos, destacan el ácido estearidónico y el gamma-linolénico, los cuales proceden de semillas de algunas plantas terrestres, como por ejemplo, la onagra (Oenothera biennis), la borraja (Borago officinalis) y las viboreras (Echium spp.).
Entre los logros alcanzados en este estudio, el cual ya ha producido dos patentes y un gran número de publicaciones en revistas científicas de elevado impacto, destaca el diseño de lípidos estructurados mediante tecnologías limpias y mínimamente invasivas. Según José Luis Guil, “en un aceite es tan importante o más la ubicación de los ácidos grasos esenciales dentro de las moléculas que la cantidad existente de los mismos”. Los lípidos estructurados diseñados en la UAL poseen tres moléculas de ácido grasos, y el trabajo se ha centrado en asegurar que el ácido graso beneficioso se encuentre en la posición idónea con el fin de asegurar su asimilación por el organismo.
Actualmente, este estudio se encuentran en su última fase donde se está utilizando el aceite de oliva, aportado por la empresa Olivar del Desierto, como vehículo natural de los triglicéridos estructurados desarrollados en la UAL. “Las cantidades diarias recomendadas son tan minúsculas que para su ingesta debe utilizarse un excipiente como vehículo”, explica Miguel Ángel Rincón, investigador adscrito al proyecto.
La elección del aceite de oliva, rico en ácido oleico (omega-9), como excipiente de los precursores omega-3 y omega-6 reviste especial interés, ya que equilibra y complementa los distintos tipos de ácidos grasos y, además, desempeña funciones nutricionales y fisiológicas vitales para la salud. De tal forma, a los beneficios aportados por el propio aceite de oliva se sumarán los derivados de los ácidos omega 3 y 6. Otra ventaja obtenida por el uso de ácidos esenciales derivados de plantas terrestres es que se encuentran libres de contaminación, ya que en la grasa procedente del pescado se detectan ciertas concentraciones de metales pesados.
Además de estos trabajos relacionados con el aceite de oliva, el equipo de investigación Química de Biomoléculas y Procesos Alimentarios, posee otros contratos de colaboración con empresas para desarrollar productos similares. Entre ellos, destaca la línea de trabajo en la que están diseñando los lípidos de la leche maternizada.
Innova Press