Los tratamientos que se utilizan actualmente en la depuración de aguas residuales funcionan de forma correcta cuando se aplican a aguas de carácter doméstico. No obstante, cuando los efluentes proceden de las actividades industriales, que contienen metales pesados, además de compuestos orgánicos poco biodegradables, los tratamientos tienen una eficiencia más limitada. De ahí que los expertos gaditanos exploren nuevas tecnologías para la eliminación de esos contaminantes específicos.
En concreto, los investigadores utilizarán la microalga Chlorella vulgaris, una especie que ha demostrado sus actividad en la eliminación de nutrientes y metales pesados. “Cuenta con la ventaja de que ya la hemos utilizado antes y destaca por su producción de biomasa susceptible de usos industriales”, explica el coordinador del proyecto, José Antonio Perales Vargas-Machuca.
Para cultivar esta alga, los expertos utilizarán fotobiorreactores, para encontrar aquellas condiciones de temperatura, iluminación o aireación, que aumenten la eficiencia del proceso. Tras este análisis, los investigadores evaluarán la capacidad de eliminación de metales pesados y otros compuestos orgánicos presentes en las muestras de aguas residuales industriales procedentes de Tánger. Asimismo, medirán su capacidad de producción de biomasa y la calidad de ésta, con especial atención a los metales que biofija la microalga.
Una vez aplicados los tratamientos de depuración, los expertos aplicarán a las muestras depuradas pruebas adicionales para comprobar la viabilidad de incorporar este efluente a nuevos tratamientos y, de esta forma, obtener un líquido mucho más depurado. Esta nueva fase responde a que, en los tratamientos convencionales, los metales pesados inhiben la eficacia del proceso, de ahí que los expertos incorporen una fase previa de eliminación de estos compuestos. No obstante, deben comprobar que este pretratamiento con microalgas hace más efectivos los actuales tratamientos de depuración con fangos activos y fotooxidación. Los primeros se utilizan en el tratamiento de aguas residuales convencionales, es decir, que no proceden de actividades industriales, y consisten en el desarrollo de un cultivo bacteriano disperso en un depósito agitado, aireado y alimentado con el agua residual, que es capaz de metabolizar como nutrientes los contaminantes orgánicos presentes en esa agua.
En el caso de la fotooxidación, el oxígeno se combina con los residuos por influencia de la luz y disminuye el contenido de la materia orgánica presente en los vertidos.
Europa Press