La UMA constata que la temperatura superficial del mediterráneo aumenta 0,05 grados cada año

La principal línea de investigación de este grupo de Oceanografía Física de la UMA, cuyo responsable es el doctor Jesús García Lafuente, se centra en el intercambio de aguas en el Estrecho de Gibraltar. Concretamente en la vinculación de ese intercambio en el Estrecho con los fenómenos climáticos que afectan al Mediterráneo. Según explicó el científico, “el Estrecho es un punto estratégico clave puesto, que es la única conexión entre el Mediterráneo, que es un mar semicerrado, y las aguas oceánicas».

El estudio es un proyecto de excelencia de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa incentivado con 120.168 euros y al que se incorporó también, como personal en formación, Javier Soto Navarro.

Así, este trabajo también estudia la temperatura del aire como una de las variables para diagnosticar las tendencias climáticas en el Mediterráneo. En este caso, según la investigación, la temperatura promedio del aire aumenta en 0,012 grados centígrados al año desde hace 60 años.

En este sentido, Criado Aldeanueva precisó que en el periodo comprendido desde 1948 hasta finales de los años 50 la temperatura promedio del aire presentaba una tendencia descendente, momento a partir del cual «inicia un crecimiento con una tendencia de 0,02 grados centígrados al año».

La estratificación del océano no favorece que la tendencia detectada en las aguas superficiales, se traslade también a las aguas intermedias y profundas. En este caso, “aunque existen indicios que apuntan también a su calentamiento, éste es mucho más moderado y depende de la masa de agua concreta que se analice”.

Continuando con la línea de investigación marcada por este grupo, en estos momentos trabaja en el seguimiento de las variables climáticas en el Mediterráneo para dar una descripción pormenorizada de factores como la precipitación, evaporación, temperatura del aire y agua y nivel del mar.

Toda esta información la obtienen de bases de datos climáticos procedentes de la NASA, en concreto del National Centre for Environmental Prediction (NCEP). Para vincular estas variables con el intercambio por Gibraltar utilizan medidores que registran datos de forma continua en el Estrecho desde septiembre de 2004 y cuyo mantenimiento se realiza en campañas oceanográficas cada cuatro meses.

De igual modo, estos investigadores analizan la relación existente entre estas variables con índices climáticos sencillos, como el conocido con el nombre de índice NAO (North Atlantic Oscillation). Éste viene determinado por la diferencia de anomalías de presión atmosférica a nivel del mar normalizada entre el anticiclón de las Azores y la depresión de Islandia. También se sirven del Índice de Oscilación del Mediterráneo (MOI), calculado de forma similar entre puntos de los extremos occidental y oriental del Mediterráneo.

El grupo también investiga de qué manera la climatología del Mediterráneo condiciona el intercambio de aguas en el Estrecho de Gibraltar. De hecho, Criado Aldeanueva insistió en que todos esos datos pueden vincularse con el estudio del flujo de agua intercambiada, porque el intercambio de agua está condicionado, sobre todo, por el déficit hídrico, es decir, la diferencia entre la evaporación y la precipitación «ya que el flujo medio de entrada tiene que compensar ese déficit», puntualizó el experto.

Europa Press

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