LA UNIÓ de Llauradors denuncia que Carrefour oferta en la actualidad naranjas valencianas en Francia por debajo de los costes de producción en una clara muestra de la “venta a pérdida” que realizan las grandes cadenas de distribución comercial. Carrefour es líder de la distribución comercial en Europa y segundo en el ámbito mundial tras la firma estadounidense Wal-Mart.
Las naranjas valencianas de la variedad Navel Lane Late se venden a 0,40 euros/kilogramo en los supermercados e hipermercados franceses de Carrefour, mientras que los de esa misma firma pero en la Comunitat Valenciana lo hacen a 0,85 euros/kg. En Francia, a pesar de los costes que deberían suponerse por el transporte, bajan su precio más del doble de lo que desembolsan los consumidores valencianos. Si tenemos en cuenta que el comercio ha podido percibir unos 0,38 euros por kilo de esa fruta y sólo el coste de transportar y colocar la naranja en Francia ya puede ser superior a la cantidad de 0,15 euros/kg, imagínense la cantidad irrisoria que le quedará al agricultor que la ha producido. Según la cadena de valor de la naranja elaborada por el Ministerio de Medio Rural el precio mínimo al que debería venderse la naranja es superior al euro por kilo.
Con estas cifras no es difícil concluir que Carrefour pierde dinero con esta venta de cítricos pero su verdadero objetivo es servir de gancho para otras compras, sin darse cuenta del daño que le hacen al sector. Estas prácticas, que suponen en la mayoría de ocasiones pérdidas para los supermercados en esos productos, alteran la percepción de los consumidores en el sentido que luego les parecerá caro un cítrico vendido a un precio razonable, hecho que desvía la compra hacia productos sustitutivos, presionando a la baja los precios percibidos por los productores.
LA UNIÓ critica que algunas cadenas de distribución comercial, abusando de su posición dominante, alteran la competencia en los mercados de frutas y hortalizas, especialmente de cítricos. Dicha situación provoca una caída de precios en origen en las regiones productoras de dichos cultivos como es el caso de la Comunitat Valenciana.
La venta a pérdida, ya prohibida por algunas legislaciones nacionales, debería verse imposibilitada por una norma de rango comunitario que regule las prácticas de fijación de precios de los productos perecederos. Los precios de venta al público deberían reflejar (con un desfase admisible de una o dos semanas) las variaciones de las cotizaciones en origen y el margen de beneficio que cada operador comercial establezca. LA UNIÓ solicita a las autoridades europeas en materia de la competencia que actúen de oficio ante este tipo de prácticas abusivas.
UNIÓN