La volatilidad de los precios pone en riesgo la producción y seguridad alimentarias

Todos y cada uno de nosotros dependemos del buen funcionamiento de la agricultura para garantizarnos un abastecimiento de alimentos seguro y estable. Tal como se ha demostrado, el mercado por sí solo no es capaz de alcanzar estos objetivos. Distintos factores externos influyen sobre la seguridad alimentaria tal como el incremento de la inversión financiera especulativa en materias primas agrarias o la falta de medidas públicas de regulación del mercado.

Durante los últimos años la creciente demanda mundial de los cereales ha venido siempre acompañada de una clara inestabilidad de la producción. Tras la crisis alimentaria de 2007/08 provocada por el desequilibrio entre oferta y demanda tras años de bajos precios, se ha continuado con las mismas políticas agrarias de desregulación de mercados, que han contribuido a que, tras varias cosechas satisfactorias a escala mundial, los precios descendiesen de forma que no compensaban los altos costes de producción, provocando el abandono de la actividad agraria y aumentando la dependencia de las importaciones. Desde COAG observamos con preocupación la inestabilidad y la volatilidad de los mercados ya que supone un peligro para el mismo sector productor, que necesita de estabilidad para su sostenibilidad. También los sectores ganaderos, grandes consumidores de cereales, y en definitiva el consumidor final, necesitan precios estables.

Desde COAG hemos apostado por una política agraria que afronte de forma urgente la crisis alimentaria mundial y abandone el enfoque estratégico decidido en 2003 para la PAC caracterizado por la desregulación de los mercados, el desacoplamiento de los apoyos y el recorte de las ayudas a los agricultores. Este enfoque supone un fracaso rotundo tanto en el ámbito de la Unión Europea, con el debilitamiento de su agricultura, como en el internacional al apostar por políticas liberales comerciales auspiciadas principalmente por la OMC y tendentes a la liberalización del comercio mundial de productos agroalimentarios igualándolos a cualquier otra mercancía.

Frente a las tendencias económicas que entienden que el sector agrario tiene que abrirse al comercio sin restricciones como cualquier otro hay que anteponer la lógica que nos indica que la alimentación no puede estar sujeta a las mismas reglas y que se tiene que garantizar la producción y el consumo alimentario, libre de las oscilaciones características del libre mercado desregulado. Los cierres de fronteras de países tradicionalmente exportadores como ahora Rusia o como ya pasó en 2007 con las restricciones que impuso Tailandia a la exportación de arroz y las crisis alimentarias consecuentes nos recuerdan los peligros de la dependencia alimentaria en un mercado desregulado.

COAG

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