En un comunicado conjunto emitido en la capital italiana, la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) indicaron que una de las principales causas de la actual crisis alimentaria mundial ha sido el fuerte descenso de las inversiones agrícolas en las pasadas tres décadas, período en el que cayó del 17 por ciento del total de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) a cerca del 3 por ciento en 2006.
“La Cumbre del G8 en Japón puede servir para dar un empujón decisivo a la lucha contra el hambre y la pobreza al invertir la tendencia y dirigir un porcentaje mucho mayor de la Ayuda al Desarrollo al sector rural y agrícola”, asegura el comunicado, firmado por el Director General de la FAO, Jacques Diouf, el Presidente del FIDA, Lennart Båge, y la Directora Ejecutiva del PMA, Josette Sheeran.
Catalizador de inversiones
“Al catalizar inversiones públicas y privadas, esta decisión conseguiría acelerar la estrategia contra el hambre contenida en la Declaración adoptada por 180 países y la Comunidad Europea en la Cumbre sobre la Seguridad Alimentaria de junio de 2008”, añaden los organismos de la ONU.
El objetivo de la estrategia era “recuperar la arquitectura sostenible como un factor clave en el desarrollo y aprovechar la enorme energía latente de los pequeños campesinos y de los pobres del mundo”
El sistema de Naciones Unidas se encuentra “haciendo un esfuerzo conjunto como quizás nunca se había hecho antes” para ayudar a proteger a las poblaciones vulnerables del peligro inmediato de una crisis alimentaria, cubrir las necesidades más urgentes de las víctimas del hambre a nivel mundial y trabajar para alcanzar soluciones a largo plazo”. El Grupo de Trabajo para la Seguridad Alimentaria establecido por el Secretario General de la ONU, Ban-Ki-moon, está terminando un Marco Integral de Acción en el que se detalla la forma de alimentar ahora y en los años venideros a la población mundial.
Labor titánica
Se trata de una labor titánica, “ya que significa nada menos que permitir a los países pobres del mundo que de nuevo sean capaces de alimentarse a sí mismos, capacidad que perdieron tras décadas de importaciones alimentarias baratas y tras haberse triplicado los desastres naturales”, señala el comunicado.
Es una labor comparable a lanzar una nueva “segunda revolución verde”, (G2R, por sus siglas en inglés), con el objetivo de doblar la producción mundial de alimentos a mediados de este siglo y poder alimentar a una población que se espera alcance los 9 000 millones de personas.
“Los problemas sociales, económicos y medioambientales exigen que la revolución agrícola que estamos iniciando no solo logre producir mucho más, si no que se haga de forma sostenible para el medio ambiente”, se asegura. “La agricultura del mañana tiene que ayudar a adaptar los sistemas agrícolas locales a los problemas crecientes que plantea el cambio climático y apoyar a las comunidades para mitigar sus efectos”.
El futuro empieza hoy
Ello significa que “la agricultura del mañana tiene que comenzar hoy”, según los responsables de los organismos de la ONU, que sin embargo subrayaron la existencia de un efecto positivo del alza de los precios alimentarios: durante los próximos diez años, como mínimo, los elevados precios harán que la agricultura sea atractiva para los inversores privados.
Pero el papel del sector público seguirá siendo crucial. De hecho, para paliar la actual crisis alimentaria y promover un renacimiento de la agricultura, el G8 tiene que tomar un liderazgo firme para ayudar a promover la nueva Revolución Verde.
“Al hacerlo, la comunidad internacional no solamente dará un paso de gigante para garantizar alimentos para todos hoy y mañana, si no que también ayudará a relegar al pasado el hambre y la pobreza”, concluye el comunicado.
FAO