A los precios actuales, 95.000 millones de dólares suponen cerca de 380 millones de toneladas de trigo, más de la mitad de la producción mundial prevista en 2009. De esa cantidad, unos 70.000 millones corresponden a pérdidas en países pobres.
El daño económico podría ser aún mayor si se tiene en cuenta que más de la mitad del tiempo que los agricultores pasan en sus campos se dedica a la eliminación de hierbajos, según Labrada-Romero. Por ello, se deduce que si las explotaciones agrícolas quieren mejorar su productividad, uno de sus objetivos prioritarios es mejorar la gestión de las malas hierbas.
La gestión integral moderna de las malas hierbas no consiste sólo en rociar con herbicidas. La rotación de cultivos es una técnica eficaz, ya que las malas hierbas a menudo están adaptadas biológicamente a un determinado cultivo alimentario, por lo que el cambio lleva a reducir su presencia.
Según el esperto Labrada-Romero,también es importante el uso de semillas certificadas de calidad. Muchas de las semillas producidas y utilizadas por los campesinos están contaminadas con semillas de malas hierbas. Si los pequeños agricultores producen sus propias semillas, habría que enseñarles a limpiarlas, de forma que eviten plantar malas hierbas en sus campos en la época de siembra.
La solarización es una sencilla técnica que evita usar productos químicos y que es útil para eliminar las semillas y plántulas de malas hierbas, así como muchas enfermedades y plagas del suelo. Consiste en colocar láminas transparentes de polietileno sobre la tierra húmeda durante los meses calurosos del verano, con lo que la temperatura del suelo aumenta a un nivel que es letal para las malas hierbas.
Si es cierto que el uso apropiado de herbicidas modernos es necesario para hacer frente a la demanda creciente de alimentos, es deseable un mayor uso de métodos sin productos químicos, no sólo por motivos medioambientales, sino también debido al problema del aumento de la resistencia a los herbicidas.
FAO