Las ONG denuncian la pasividad de los gobiernos ante el avance de la desertificación en el planeta

Las organizaciones no gubernamentales presentes en la Octava Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, reiteramos la necesidad de cumplir todos los compromisos adquiridos para dar un impulso comprometido y sustancial al proceso de implementación de políticas en favor del desarrollo sostenible en las tierras secas del mundo en beneficio de nuestros países y en especial de las comunidades afectadas.

La Convención de Lucha contra la Desertificación camina hacia los once años de su entrada en vigor y en cada reunión venimos pidiendo pasar a la acción, sin embargo la negativa a comprometer recursos nuevos y adicionales sigue siendo una constante, amén del incumplimiento de los compromisos de las Partes y organismos de la Convención.

Esta situación genera desilusión y frustración dado el escenario de degradación de los suelos que afecta a la seguridad alimentaría, incrementa la pobreza, dispara las migraciones internacionales a gran escala, los conflictos intra-regionales, la inestabilidad social, agudiza la inequidad de género y pone en riesgo la salud y bienestar de 1.200 millones de personas en más de 100 países. Todo esto aleja cada vez más el cumplimiento de los objetivos del milenio.

Además, en el actual contexto de cambio climático, es más que probable que los efectos de la desertificación se magnifiquen a corto plazo, por lo que es necesario establecer sinergias con la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

Un modelo de desarrollo basado en patrones de producción y consumo insostenibles conlleva a la degradación de la tierra y el empobrecimiento en todo el mundo.

En última instancia los propios países desarrollados pagan un alto precio ambiental, económico y social del que son responsables. Y Europa es un excelente ejemplo, ya que está experimentando una severa degradación y pérdida del suelo fértil y, además, asiste a las consecuencias desestabilizadoras del mismo fenómeno que se encuentra en todas partes: la migración forzosa.

No obstante vemos con especial expectativa el proceso que debe conducir a la aprobación del Marco y Plan Estratégico Decenal y esperamos que signifique el inicio de una nueva etapa en la implementación de la Convención, que quizás constituya también la última oportunidad para desterrar la frustración de quienes sufren las consecuencias de la desertificación y la de aquellos que trabajan por la realización de los objetivos de la Convención.

Sin embargo, nos preocupa profundamente el pobre nivel de compromiso que muchos países han mostrado en éste proceso, su recurrente temor a plantear metas concretas y asumir compromisos mensurables.

Creemos que sólo con más decisión política de los países Partes afectados, de los países desarrollados y de los organismos internacionales involucrados en la implementación de la Convención, podrá construirse una política prioritaria y aspirar a contar con nuevos recursos financieros y adicionales que permitan obtener resultados concretos a escala local, nacional y regional.

Necesitamos ser optimistas respecto a esta posible nueva etapa para la Convención y esperamos que como consecuencia del proceso generado en torno al Marco y Plan Estratégico Decenal, los órganos subsidiarios de la Convención sean verdaderamente mejorados incluyendo a la sociedad civil con un status oficial en los diversos procesos de negociación de la Convención. El Comité de Ciencia y Tecnología debe estar más conectado con la realidad local, involucrar a los actores locales y ser directamente traducible en acciones sobre el terreno.

Con ello deben terminar las excusas para que los países Partes cumplan los compromisos adquiridos y realicen los aportes imprescindibles, en orden a revertir los procesos de degradación de las tierras secas y la consecuente pobreza de las comunidades afectadas.

Consideramos absolutamente urgente que esta conferencia sea un punto de inflexión para la Convención, donde las Partes afectadas y donantes deben asumir sus responsabilidades tomando decisiones cruciales para las que ofrecemos nuestro apoyo y capacidades de manera entusiasta. De no ser así la muerte silenciosa de la Convención es inminente.

Las ONG no queremos ser cómplices de esta indiferencia frente a la desertificación de nuestro planeta y nos veremos obligados a actuar al margen de los cauces de esta Convención.

WWF/Adena

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