Las asociaciones destacan, una vez más, la necesidad de evitar cualquier medida que pueda suponer un riesgo para el medio ambiente o para la salud humana, tal y como ha ocurrido con el uso de veneno.
Las asociaciones conservacionistas han presentado a las Consejerías de Agricultura y Medio Ambiente, así como a las asociaciones profesionales agrarias un decálogo de propuestas para afrontar el problema de la plaga de topillos. También han solicitado a la Consejería de Agricultura que elabore un plan estratégico, que incorpore un programa de estudio y seguimiento de este tipo de fenómenos y que permita afrontar futuras plagas con mayores garantías, sin tener que recurrir a medidas drásticas que no sólo han demostrado su total ineficacia sino que, incluso, resultan contraproducentes.
La propuesta incluye medidas tanto a corto (levantamiento de los rastrojos o control mecánico de las cunetas) como a medio plazo (instalación de cajas nido para predadores, programa de seguimiento de las poblaciones de estos roedores y un programa de investigación de las dinámicas de sus poblaciones).
Este último elemento es clave para los conservacionistas ya que, desgraciadamente, en la actualidad todavía no se tiene un conocimiento exhaustivo sobre este tipo de fenómenos. Sí se sabe que están relacionados con los períodos invernales favorables, los cambios en la estructura del paisaje con elementos que facilitan su dispersión (como parcelas de regadíos) y una drástica desaparición de especies predadoras (bien por persecución directa, bien por uso indiscriminado de venenos). Se trata en todo caso de fenómenos muy complejos, ligados básicamente al cambio en la configuración del entorno debido a la acción humana y que no tienen fácil solución a corto plazo.
Por ello es importante, tal y como ha demostrado la experiencia en otros países, evitar la adopción de medidas extremas como la quema de rastrojos o el uso de veneno. Este tipo de medidas resultan contraproducentes debido a su elevado impacto sobre la biodiversidad y particularmente sobre las especies predadoras de los propios roedores. El uso masivo de veneno constituye, además, una medida ilegal, que incluso representa un peligro para la salud pública, tal y como demostró el informe realizado por la Universidad de Murcia. Por ese motivo las asociaciones conservacionistas se han opuesto rotundamente a su uso, rechazando a la vez las acusaciones por los riesgos económicos y sanitarios que se les atribuyen . El uso del veneno además de ser una amenaza para la conservación no soluciona estos problemas, que resultan de los ciclos naturales de las especies de roedores. Los ciclos poblacionales explosivos se han sucedido repetidamente en el pasado como consecuencia de las transformaciones artificiales de los ecosistemas.
En este sentido hay que subrayar que, de acuerdo a la opinión de todos los expertos, la mejor manera de que esta explosión remita es por su propio y natural agotamiento. Lógicamente eso no implica que mientras tanto no se pongan en marcha medidas para paliar sus efectos, pero éstas nunca deben suponer un deterioro de las condiciones ambientales. Por otra parte los daños producidos por los roedores deben ser compensados de modo adecuado.
WWF/Adena
Los agricultores somos productores de alimentos no jardineros ni granjeros de alimañas.Los topillos los han creado artificialmente,jamás he conocido estos topillos si los ecologistas quieren tener topillos que los mantengan y si de verdad quieren que los eliminemos que nos dejen utilizar productos autorizados.Las propuestas que ellos proponen son ridículas propias de quienes no tienen ni idea de lo que es el campo