La FAO ha solicitado a los responsables políticos que incluyan la agricultura en las negociaciones para un nuevo tratado sobre el cambio climático que deberá sustituir al Protocolo de Kyoto, que data de 1997.
Las tierras agrícolas tienen la capacidad de retener y almacenar carbono. Los campesinos que viven de la tierra, en particular en los países pobres, deberían ser involucrados en la retención de carbono para mitigar el impacto del cambio climático», aseguró Alexander Mueller, Director General Adjunto de la FAO, con ocasión de las negociaciones en el seno de Naciones Unidas sobre un futuro acuerdo internacional sobre el cambio climático que se celebran actualmente en Bonn.
La agricultura supone cerca del 14 por ciento de las emisiones de gases responsables del efecto invernadero, mientras que los cambios del uso de la tierra -como la deforestación-, suponen otro 17 por ciento.
«Mientras que la agricultura contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero, los agricultores y sus familias, especialmente en los países pobres, también se convertirán en víctimas del cambio climático. Empeorarán sus condiciones de vida y aumentará el hambre y la malnutrición. Las comunidades rurales que dependen de la agricultura en un entorno frágil se enfrentarán al riesgo inminente de malas cosechas y pérdida de ganado. La gente que vive en la costa, en llanuras aluviales, montañas, tierras áridas y en el ártico, es la que más está en peligro», afirmó Mueller.
«Por ello la agricultura debe incluirse en la agenda de las negociaciones mundiales sobre el cambio climático. Los actuales mecanismos de financiación incluidos en el Protocolo de Kyoto sólo permiten aprovechar una mínima fracción del potencial de reducción de la agricultura y por tanto son insuficientes», apuntó Mueller.
Emisión de gases de efecto invernadero
La producción agrícola y la ganadería emiten a la atmósfera gases de efecto invernadero como el metano, procedente del ganado y los humedales -especialmente arrozales-, óxido nitroso de los fertilizantes y carbono de la deforestación y la degradación del suelo. Los cambios del uso de la tierra, como la deforestación y la degradación del suelo -dos efectos devastadores de prácticas agrícolas insostenibles-, emiten grandes cantidades de carbono a la atmósfera, contribuyendo así al calentamiento global.
Se espera que las emisiones anuales de gases de efecto invernadero aumenten en las próximas décadas debido a una mayor demanda de alimentos y a cambios en la dieta.
«Pero millones de campesinos de todo el mundo también podrían ser partícipes del cambio ayudando a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero», afirmó Mueller. Manteniendo niveles más altos de carbono en la tierra -un proceso conocido como «retención de carbono»- los campesinos pueden ayudar a reducir los niveles de dióxido de carbono en el aire, mejorando la resistencia del suelo y aumentando el rendimiento de las cosechas.
Reducir el laboreo, aumentar la materia orgánica del suelo, incrementar la capa de suelo, mejorar la gestión de los pastizales, restaurar las tierras degradadas, plantar árboles, cambiar el forraje y el uso sostenible de la diversidad genética animal, utilizar los fertilizantes de forma más eficaz o mejorar la gestión del agua y el arroz, son alternativas por las que los campesinos pueden optar para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la agricultura.
«Se necesitan inversiones muy cuantiosas en la agricultura para cambiar los métodos de producción insostenibles, enseñar a los campesinos prácticas para reducir el cambio climático y mejorar el acceso global al crédito y la información», afirmó Mueller. «Estas inversiones -añadió- aumentarán la capacidad de resistencia de la agricultura al cambio climático y, al mismo tiempo, mejorarán la productividad agrícola y la sostenibilidad, contribuyendo con ello a una mejor seguridad alimentaria y a la reducción de la pobreza».
Incentivos insuficientes
«Los planes mundiales actuales de financiación, como el Mecanismo para un Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto, son inadecuados y no están ofreciendo incentivos suficientes para que los campesinos se involucren en la reducción y adaptación al cambio climático», señaló Mueller.
«Por ejemplo -explicó-, la retención del carbono del suelo, que supone casi un 90 por ciento del potencial de reducción del cambio climático en la agricultura, está fuera del alcance del Mecanismo para un Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto. Ni la reducción del cambio climático, ni la seguridad alimentaria, ni el desarrollo sostenible, se benefician de esta exclusión».
Según Mueller, los mercados de carbono, que ofrecen grandes incentivos para los fondos públicos y privados del carbono en los países desarrollados para la compra de reducciones de emisiones relacionadas con la agricultura de países en desarrollo, podrían proporcionar inversiones significativas para estimular el desarrollo rural y la agricultura sostenible en países en desarrollo. Se podrían desarrollar estándares de productos y etiquetas que certificaran la reducción del impacto de los productos agrícolas.
FAO