Los alimentos y piensos modificados genéticamente deberán indicarlo en su etiqueta

El umbral a partir del cual es obligatorio etiquetar estos alimentos baja del 1 al 0,9 por ciento y al 0,5 por ciento durante tres años si se trata de OMG no aprobados pero que tienen el visto bueno de los comités científicos, según explicó en rueda de prensa el jefe de gabinete de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESA), José Ignacio Arranz. Una cláusula de revisión prevé disminuir este porcentaje aún más en cuanto sea técnicamente posible.

Así, los operadores de la cadena alimentaria deberán demostrar que sus procedimientos para garantizar la trazabilidad funcionan adecuadamente, es decir, que permiten identificar de quién reciben y a quién transmiten el OMG y conservar la información disponible para las autoridades durante cinco años. Se evaluará caso por caso cada producto de forma centralizada desde la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, con lo que se creará un registro comunitario.

Sin embargo, productos de segunda o tercera generación como la leche de vacas alimentadas con piensos transgénicos o el cuajo modificado genéticamente para elaborar quesos no tendrán etiquetas que lo especifiquen, así como aquellos que contengan porcentajes inferiores al 0,9 y 0,5 «siempre que se demuestre que su presencia es accidental o inevitable». Arranz agregó que hay cuestiones no resueltas como los ingredientes que participan en el proceso de producción pero que no quedan «en modo alguno» en el alimento final.

La relevancia de los nuevos reglamentos (1829/03 sobre alimentos y piensos modificados genéticamente y 1830/03 que establece un marco para regular la trazabilidad de productos que contienen o están compuestos por OMG del 22 de septiembre) recae, según este responsable de la AESA, en garantizar que «cualquier producto que sale al mercado, previamente, ha superado la evaluación caso por caso». «Se verifica la calidad, seguridad y eficacia de los productos antes de salir al mercado», sentenció.

95 % de consumidores piden etiquetado

En este sentido, la experta en transgénicos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Gema Trigueros, que cifra en el 95 por ciento los usuarios demandantes de esta medida, considera que el nuevo etiquetado persigue «dar confianza e información» a los usuarios a la hora de comprar los productos para otorgar «sensación de normalidad», puesto que «las cosas que se declaran es porque no hay nada que ocultar».

«El etiquetado no es para advertir, sino que lo importante es la evaluación para salir al mercado en condiciones de seguridad», dijo esta especialista, quien cree que las etiquetas «pasarán desapercibidas para la gran mayoría de los consumidores» y sólo se fijarán en ella «los más concienciados».

Por su parte, la industria alimentaria exigirá a sus proveedores de materias primas información sobre OMG para luego reflejarlo en el etiquetado. «Esperamos cumplir con el etiquetado sin ningún problema porque el sector ya lleva un tiempo trabajando en ello», aseguró el secretario general de la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos (CESFAC), Jorge de Saja.

Las semillas de colza para producción de semilla, la soja A 5403 para importación y procesado, el maíz CG-176 y el T25 para todos los usos, el MON 810 y el Bt-11 para importación y procesado, y la colza MS1xRF1, MS1xRF2 para cultivo y la Topas 19/2 para importación y procesado son algunos ejemplos de cultivos transgénicos comercializados en la Unión Europea para uso alimentario, según datos de la Fundación Antama.

Su especialista en estos temas, David Carpintero, insistió en que el fin de la nueva normativa es «favorecer a los consumidores» con más información, pero que el etiquetado «no contiene ninguna advertencia» sobre la seguridad del producto. «Consiste en que les va a permitir (a los ciudadanos) elegir y decidir en su compra», sentenció.

MSC

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