Los bajos precios de la algarroba hacen desaparecer casi la mitad de la superficie

LA UNIÓ señala que los precios de la algarroba siguen el descenso progresivo de las últimas campañas y en la actual se cotizan a 0,12 €/kilogramo, lo que provoca que los agricultores abandonen la actividad ante la falta de rentabilidad.

Los datos del descenso de superficie de algarrobos en la Comunidad Valenciana son realmente escalofriantes. Mientras que en el año 1999 había plantadas 38.146 hectáreas de algarrobos, las últimas cifras facilitadas por la Conselleria de Agricultura, que datan de 2009, reflejan que apenas quedan 20.904 has, lo que significa que en ese periodo se ha perdido casi la mitad de la superficie. Si analizamos la situación por provincias veremos que en Castellón se han perdido durante ese periodo 10.761 hectáreas, 5.228 has en la de Valencia y 1.253 has en la de Alicante.

La algarroba se utiliza fundamentalmente como base para la alimentación animal y la causa de su crisis de precios de las últimas campañas obedece a la feroz competencia de la procedente de otros países como Marruecos, Argelia o Turquía que inundan los mercados y que poseen unos costes de producción mucho más bajos que los nuestros.

Por otra parte, de la semilla de la algarroba se extra el garrofín que se emplea para la industria de transformación (alimentos, farmacia o cosmética). Los precios del garrofín también bajan año tras año, debido sobre todo a la competencia de otros productos sucedáneos y artificiales que lo van sustituyendo del mercado como espesante (E-410) de algunos alimentos como los helados o papillas. La importación de sustitutivos sintéticos chinos -como la goma Guar, la Cassia y la Tara- desplazan al garrofín de los mercados cuando éste tiene mejor calidad y propiedades organolépticas que aquellos.

El algarrobo es un cultivo tradicional de las zonas de interior y desfavorecidas de la Comunitat Valenciana, siendo un importante complemento de rentas para esas comarcas. Posee además un gran valor medioambiental y paisajístico pues actúa de cortafuegos ante los incendios y sus raíces lo convierten en idóneo para evitar la erosión del suelo. Se trata de un cultivo ecológico al no precisar de abonados ni de tratamientos químicos, por lo que no contamina los acuíferos.

La UNIÓ

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