Los incrementos constantes de las temperaturas anuales en ciertas zonas implican “cambios en el medio ambiente e incrementos significativos en la frecuencia de los valores que se consideran temperaturas extremas”, explica a SINC Emiliano Hernández, catedrático de Física de la Atmósfera de la UCM y uno de los autores del estudio. Para llegar a esta afirmación, los científicos han trabajado con 135 estaciones con series diarias de temperaturas mínimas y 127 estaciones con series diarias de temperaturas máximas distribuidas en 34 países europeos.
El estudio, que se ha publicado recientemente en Atmosfera , considera las temperaturas desde 1 de enero de 1955 hasta el 31 de diciembre de 1998, y analiza el comportamiento de los días de temperaturas extremas en Europa. “Todas las series de temperaturas han pasado por un proceso de homogeneización para eliminar posibles puntos de discontinuidad, y descartar cualquier factor que no sea meteorológico y climático”, señalan los físicos.
Mayor frecuencia de días de calor extremo
Durante los 44 años de análisis, los investigadores han registrado los eventos de frío extremo (entre los meses de noviembre y marzo), y los de calor extremo (de junio a septiembre) donde han observado “un ligero descenso en los eventos de días de frío extremo e incrementos en los eventos de días de calor extremo”, señala Hernández.
En el 65,2% de las estaciones que han medido las temperaturas mínimas, éstas han sido cada vez más altas, y en el 40% de las estaciones que miden las máximas, éstas han sido también más elevadas. Los observatorios donde se han detectado estas tendencias están en Europa occidental, incluidas las Islas Británicas e Islandia tanto para los días de frío extremo como los de calor extremo.
“La disminución de los días de frío extremo se debe al aumento de la temperatura mínima media de 0,5º a 1ºC a lo largo del periodo de análisis, mientras que para los días de calor extremo, los incrementos son de 0,5º a 2ºC en la temperatura máxima media”, subrayan los científicos.
La disminución de los días de frío extremo y el incremento de los de calor extremo se explicarían por factores locales y globales, según los científicos. Algunos de ellos son la isla de calor que se produce en el interior de las ciudades, o el cambio de la circulación general de la atmósfera que determina directamente los eventos de temperatura extrema.
El peligro de los golpes de calor
Además de su relación directa con el cambio climático, las temperaturas extremas (mínimas y máximas) afectan, sobre todo, a la salud humana. La comunidad científica ha explicado en numerosas ocasiones que el impacto producido por las olas de calor es mucho mayor que el de las temperaturas mínimas.
Desde 1860 hasta ahora, la temperatura media del planeta se ha incrementado en 0,60ºC. “Particularmente en la ola de calor de 2003, en gran parte de Europa, la temperatura media excedió en 3ºC en relación al valor normal de los veranos de 1961 a 1990 con aumentos más significativos en el centro de Francia, Suiza, norte de Italia y sur de Alemania”, recalca Marco Cony, coautor del estudio y físico en la UCM.
Un ejemplo de los efectos de días de calor extremo que incrementarán su frecuencia es la ola de calor que asoló Europa en 2003. Ese verano se registraron récords de temperaturas máximas en las escalas mensuales, semanales y diarias. En concreto, en Suiza se llegaron a registrar 41,50ºC y en Portugal, 47,30ºC.
Los expertos advierten que el exceso de calor puede causar estrés, empeoramiento de las enfermedades e incluso la muerte, como en el verano de 2003, cuando más de 30.000 personas fallecieron en toda Europa por las altas temperaturas.
Referencia bibliográfica:
Cony, M.; Hernández, E.; Del Teso, T. “Influence of synoptic scale in the generation of extremely cold days in Europe” Atmosfera 21(4): 389-401, octubre de 2008.
SINC