Los invernaderos se unen a la lucha contra el calentamiento

Alicia Palacios, de la ETSI de Montes, junto con un equipo de investigadores de la Universidad de Almería dirigidos por el profesor Pablo Campra, ha comprobado cómo esta zona del país ha registrado una bajada neta de las temperaturas en los últimos 25 años frente a la subida sufrida en las provincias limítrofes y, en general, el hemisferio norte. El estudio señala a las 26.000 hectáreas de invernaderos como la causa.

Los autores analizaron la evolución de la temperatura recogida por seis estaciones meteorológicas. Dos están situadas en el corazón del mar de plástico. Una tercera, en el aeropuerto de Almería (lugar relativamente libre de invernaderos alrededor). Las tres restantes están en los aeródromos de Málaga, Granada y Murcia. En estas zonas, se confirma el calentamiento global, con una subida de 0,5º centígrados por década desde 1984. Sin embargo, el observatorio de Almería registra un estancamiento de la temperatura desde 1989. Aún más, las dos estaciones de la zona de Poniente (la mayor concentración de invernaderos del mundo) han recogido un enfriamiento de -0,3º por década.

La segunda parte del estudio trata de demostrar que el enfriamiento está provocado por el reflejo de la luz solar al espacio por parte de la cubierta de los invernaderos.

Con los datos aportados por imágenes tomadas por el satélite Terra de la NASA, los investigadores han calculado que cada una de las casi 30.000 hectáreas de invernaderos refleja al espacio una potencia media anual de 580.000 watios (58 W/m2), con picos de un millón en verano. Para hacerse una idea, a escala global, el efecto protector de las nubes es sólo de 20 W/m2.

Dogma de fe contra el plástico

Publicados los resultados de este trabajo (*) produjeron cierta sorpresa. «La gente de las ciencias ambientales tiene como dogma de fe una imagen negativa de los invernaderos. Para ellos, que tengan algún beneficio medioambiental es imposible», dice el autor del estudio. «Mientras no se presente otra hipótesis, el hecho es que la temperatura ha bajado», añade.

Campra está empeñado en desmontar esos prejuicios. Así, al efecto protector del albedo suma el de la captación de CO2. Según sus datos, cada hectárea de cultivo bajo plástico captura 10 toneladas, el equivalente a lo que emiten cuatro coches al año. Además, tienen otro efecto beneficioso indirecto. La concentración de la producción en una zona tan pequeña (el 3% de la superficie provincial) ha aliviado la presión demográfica y agrícola sobre el resto del territorio. «El matorral mediterráneo, un gran sumidero de CO2, se está recuperando», explica.

(*)Journal of Geophysical Research-Atmospheres 113 (D18): Art. No. D18109 Sep 23 2008. “Surface temperature cooling trends and negative radiative forcing due to land use change toward greenhouse farming in south-eastern Spain”. Campra, P.; Garcia, M.; Canton, Y; Palacios Orueta, A.

UPM

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