Los precios del gasóleo y los fertilizantes disparan los costes de producción de las explotaciones

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ASAJA de Cuenca alerta del un importante incremento de los costes de producción de esta campaña de siembra con respecto al año pasado, principalmente, a causa de la subida del precio del gasóleo agrícola y de los fertilizantes, de modo que los agricultores están invirtiendo mucho más en sus explotaciones sin ninguna garantía de que, cuando cosechen, los precios de su producción sean suficientes para cubrir los gastos afrontados.

Por un lado, el gasóleo B ha incrementado su precio en un 23% con respecto a noviembre de 2010, pasando de aproximadamente 0,70 euros el litro a los 0,91 actuales. Esto supondrá que los agricultores gastarán 11 euros más de gasóleo por cada hectárea que siembren. Además, los fertilizantes han aumentado su precio en un 25% en el mismo período, lo que significa que la labor del abonado está costando 26 euros por hectárea más que el año pasado, o lo que es lo mismo, 2.600 euros en una explotación media de 100 hectáreas.

En esta línea, el departamento de comercialización de ASAJA de Cuenca insiste en que los agricultores deben pedir la ficha técnica de los fertilizantes que compren, ya que se han vuelto a detectar fraudes en cuanto a su calidad e insta a los profesionales a desconfiar de abonos cuyos precios son demasiado bajos.

Además, la Organización recuerda a los profesionales agrarios que en las oficinas de ASAJA encontrarán el asesoramiento necesario para la toma de decisiones en cuanto a la compra de insumos y la venta de sus producciones. Por otro lado, las lluvias tardías han provocado la aparición de malas hierbas como la “avena loca” o el “ballico” en algunas parcelas y los agricultores se están viendo obligados a utilizar productos fitosanitarios para combatirlos con el consiguiente aumento de los costes.

Así, ASAJA de Cuenca considera inadmisible que un sector como el agrario, que provee a las sociedad de alimentos sanos y de calidad y cuyos profesionales son los que cumplen con los más estrictos requisitos en materia medioambiental y de seguridad alimentaria, con la pérdida de competitividad que esto les supone, no tengan ninguna garantía de que los precios en origen vayan a cubrir sus costes de producción.

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