Los rasgos comunes de la agricultura en el mediterráneo favorece la integración de sus políticas

La Secretaria General de Medio Rural ha expuesto también que, los rasgos comunes como son los cultivos tradicionales (aceite de oliva, vino, frutas y hortalizas), la utilización y aprovechamiento del regadío y la estructura de las explotaciones familiares agrarias, confluyen en la sensación de la población de una pertenencia común a una cultura mediterránea.

En este contexto, y con objeto de mejorar la integración, Alicia Villauriz ha incidido en la conveniencia de crear proyectos que promuevan la cohesión social y la integración económica, tal y como se propone en la «Unión por el Mediterráneo» en el marco del Proceso de Barcelona.

La Secretaria General de Medio Rural también ha profundizado en las lecciones aprendidas de la PAC renovada en la región mediterránea, que podrán ser tenidas en cuenta en la dimensión agraria del «Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo», en la cual los proyectos que se han propuesto están relacionados con el desarrollo rural, el fomento de las Indicaciones Geográficas, las normas sanitarias y fitosanitarias y la investigación.

Las actuaciones en materia de Desarrollo Rural podrán tener en cuenta la experiencia en el Programa LEADER comunitario, que está basado en el denominado enfoque ascendente («bottom-up»), por el que son los propios habitantes del medio rural los que deciden las prioridades y las políticas rurales a financiar en sus territorios.

En cuanto a la experiencia de la política de calidad diferenciada, la Secretaria General de Medio Rural ha señalado que en el ámbito comunitario existen diferentes figuras de calidad diferenciada ligadas a un
origen, Denominaciones de Origen Protegida (DOP), Indicación Geográfica Protegida (IGP) y la Especialidad Tradicional Garantizada (ETG), que son generalmente bien reconocidas por el consumidor europeo en comparación con otras etiquetas de calidad.

En concreto, ha defendido que las Indicaciones Geográficas son una fórmula especialmente apropiada para las producciones de los países Mediterráneos, donde la alimentación está estrechamente ligada a la cultura. Alicia Villauriz ha subrayado que es importante defender estas denominaciones en el ámbito de las Organizaciones Internacionales, especialmente de la OMC, por parte de todos los países mediterráneos.

Para avanzar en el comercio bilateral agrario Norte-Sur en el Mediterráneo, la adopción de las normas sanitarias y fitosanitarias es fundamental para que los países del Sur puedan exportar sus producciones, respetando los controles fitosanitarios, las normas de las Organizaciones Internacionales para evitar que supongan un freno injustificado al comercio.

Como reflexión final, se ha destacado que las políticas y los instrumentos que las desarrollan están al servicio de los objetivos, de las ideas y de las personas a las que se dirigen, y están condicionadas por los medios físicos y humanos sobre los que actúan. En el caso de las políticas agroalimentarias mediterráneas, ello es evidente: El clima y el territorio de la Cuenca mediterránea condicionan una agricultura con numerosos rasgos comunes, y la historia, la evolución de la sociedad y el propio hábitat mediterráneo, condicionan un tipo de consumo alimentario. Todo ello favorece la articulación de instrumentos de política agroalimentaria de común aplicación para todos los pueblos mediterráneos.

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