Así lo ha calculado una ONG -Global Footprint Network (GFN)- que cada año averigua el Earth Overshoot Day, el día en que agotamos todos los recursos del planeta -desde el agua potable hasta las materias primas necesarias para alimentarnos, vestirnos o cubrir nuestros caprichos- y empezamos a vivir a cuenta, es decir, gastando recursos almacenados.
En esos cálculos, también se tiene en cuenta el dióxido de carbono (CO2) que la Tierra es capaz de absorber, por lo que el gas generado a partir de ese día no podrá ser metabolizado por bosques y océanos, y se acumulará en la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global.
Cada vez duran menos…
Este año, el día en que se exceden los recursos disponibles llega mucho más pronto de lo habitual, ya que en 2009 fue el 25 de septiembre. Ese adelanto no se debe, según GFN, a una aceleración del consumo ni a una reducción en la producción, sino que es consecuencia de que ha habido un exceso de optimismo sobre la capacidad de regeneración del planeta.
«Hemos revisado todos los datos y nos hemos dado cuenta de que, hasta ahora, habíamos sobreestimado la productividad de los bosques y los pastos: en definitiva, hemos exgerado la capacidad de la Tierra», explica el presidente de la ONG, Mathis Wackernagel.
Wackernagel señala que cada año «se rehacen los cálculos y se intenta no exagerar: si se desconoce algo o se tiene cualquier duda, se toman los datos más conservadores».
Por el momento, esta organización no ha podido sacar en claro el efecto que ha tenido la crisis económica en el desgaste del planeta porque, como asegura su responsable, «aunque algunos datos provisionales muestran que ha tenido un impacto significativo sobre los consumos -como el de energía, que ha bajado en Europa y Estados Unidos-, eso no ha ocurrido, por ejemplo, en el caso de China».
Una ‘factura’ muy cara
GFN echa cuentas sobre la cantidad de suministros y recursos que la Tierra genera cada año (biocapacidad) y la compara con la demanda humana (lo que se usa para producir todo lo que necesitamos para mantener el nivel de vida de la Humanidad y absorber las emisiones de CO2 que generamos con esas actividades). Así, obtiene para cuánto tiempo nos da la oferta natural del planeta.
«Al final de los años 80, la huella ecológica global, de toda la Humanidad, era equivalente al tamaño de la Tierra. Ahora es un 50% mayor», advierte el presidente de GFN. Eso es lo mismo que si una familia tuviera continuamente gastos superiores a sus ingresos y tuviera que vivir pidiendo préstamos.
Pero, al final, las deudas se pagan, y la factura ecológica de la que empezó a generarse hace más de dos décadas es cada vez más alta y más evidente. «El cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la deforestación, la sequía y la escasez de alimentos son señales de que no podemos continuar consumiendo a cuenta», avisa Wackernagel.
Reducir para sobrevivir
Como solución a esa tendencia, esta organización no gubernamental recomienda que «la población mundial empiece a decrecer», una posibilidad que cada vez cuenta con más defensores entre los demógrafos, los ecologistas y los principales foros internacionales, incluída la ONU.
Otra salida es la defendida por la corriente económico-ecológica del Decrecimiento, que apuesta por recortar los recursos consumidos por el mundo desarrollado, cambiando la forma de vida.
Como nos recuerda GFN, si toda la población mundial viviera de la misma forma que se vive en Estados Unidos, se necesitarían cinco planetas como la Tierra para generar todos los recursos necesarios para atender su demanda.
Además, con los cálculos de esta ONG es posible saber cuál es nuestra huella ecológica, es decir, cuántas hectáreas de la Tierra (con todos sus recursos y su capacidad de absorber nuestros desechos de CO2 y basuras) necesitamos cada uno de nosotros para mantener nuestra forma de vida, o cuántas necesita de media cada habitante de un país concreto del mundo.
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