‘Los vertidos tóxicos al Ebro ponen de manifiesto el fracaso de la actual política de aguas’

La organización ecologista Greenpeace presentó en agosto de 1993 un informe en el que se analizaba la contaminación del Ebro por organoclorados vertidos desde la empresa Ercros en Flix. Asimismo realizó una serie de acciones de denuncia contra los efluentes de las tuberías de vertido de la empresa. Como consecuencia de esta presión, Ercros puso en marcha en el año 1996 una planta depuradora para la el tratamiento de las aguas residuales. Sin embargo, los recientes vertidos de sustancias tóxicas al Ebro ponen de manifiesto, desde el punto de vista de Greenpeace, el fracaso de esta estrategia de final de tubería y reclama medidas de producción limpia que vayan al origen del problema.

El mercurio se utiliza en Ercros como catalizador en el proceso de producción de cloro, que posteriormente se utiliza para elaborar compuestos organoclorados. Greenpeace ha denunciado que tanto el proceso como los productos implicados suponen un grave riesgo para el medio ambiente.

Greenpeace denuncia que sólo la eliminación del mercurio y del cloro en el proceso de producción, puede hacer desaparecer el riesgo de nuevos vertidos. La producción de cloro en sí misma supone un grave riesgo, como quedó demostrado con el escape de cloro gas ocurrido en 1996, que afectó gravemente a 13 personas. Por ello Greenpeace exige la sustitución progresiva de la producción de cloro y disolventes organoclorados por otros productos no tóxicos, persistentes ni bioacumulativos.

"Ercros es una bomba de relojería para el Ebro, y para los habitantes de las comarcas cercanas" ha declarado Juan López Uralde, Director de Greenpeace.

Para Greenpeace, la situación que se ha creado en el Ebro como consecuencia de los últimos vertidos expone claramente el fracaso de la actual política de aguas en la que no se persigue al contaminador, sino que se le facilita el camino para seguir contaminando.

"La calidad de las aguas es el pariente pobre de una política de aguas basada en la construcción de grandes infraestructuras – trasvases y pantanos -" añadió López de Uralde. "La defensa de la calidad de las aguas pasa por los cambios en los procesos de producción hacia productos y procesos limpios, y para llevarlo a cabo hace falta una voluntad política que hoy no existe ni en la Generalitat, ni en el Ministerio de Medio Ambiente".

Greenpeace

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