La Directora General de Ganadería del MAPA, María Echevarría ha inaugurado la Jornada técnica «Evolución y consecuencias de la PAC», organizada por la Asociación Española de Criadores de Vacuno de Carne (ASOVAC), en Barcelona, dentro del marco del Salón Internacional de la Tecnología Ganadera EXPOAVIGA, donde ha presentado oficialmente a la nueva asociación ASOPROVAC, que nace por la fusión de APROVAC y ASOVAC, lo que acrecentará su capacidad de maniobra y su potencial de negociación con los agentes implicados, en el sector de la carne de vacuno en España.
En su intervención, María Echevarría se refirió al primer objetivo que tiene la Política Agraria Común (PAC), que es un aprovisionamiento suficiente de alimentos garantizando la seguridad alimentaria. La PAC nació para asegurar un nivel de vida aceptable a los agricultores y ganaderos, con una clara política de apoyo a los precios internos, a través de mecanismos tales como las compras de intervención, ayudas al consumo de ciertos productos, aranceles a la importación y restituciones a la exportación, entre otros, de forma que se garantizaba un precio al productor y de esta manera se incentivaba el incremento de la productividad.
Esa alta productividad incrementó el gasto interno lo que se tradujo en las restricciones presupuestarias de la década de los 80 y los consiguientes estabilizadores de la producción.
La posterior inclusión del capítulo agrario en las negociaciones en el seno del entonces GATT, puso en cuestión el apoyo que la Unión Europea daba al sector agrario. El resultado fue el traslado del hasta entonces apoyo vía precios, a un apoyo vía rentas, menos distorsionador del comercio internacional y limitado, además, a unas superficies y cabezas de ganado determinadas. Era la reforma del 92.
Después la Agenda 2000 volvió a reducir el apoyo a los precios incrementando paralelamente el apoyo a la renta. Pero era un apoyo a la renta siempre ligado a la producción. Aunque no fue hasta 2003 cuando la PAC dio un salto definitivo en su política, manteniendo el apoyo en la renta, desligándolo, para el futuro, de la producción.
Por tanto, continuó Echevarría, a partir de ahora la producción agraria estará cada vez más sometida a las leyes de la globalización y la liberalización del comercio y no se verá con buenos ojos un apoyo a la producción que distorsione las reglas de la competitividad en los mercados internacionales.
Por otro lado, a día de hoy, la línea directriz agraria aprobada en el Consejo de Bruselas se respeta, lo que significa, según la Directora General, que la sociedad europea va a seguir apoyando al sector agrario, pero ya no será sólo por producir, sino por conservar los recursos naturales, los paisajes y el patrimonio cultural de las zonas rurales, en definitiva, el medio ambiente. Es decir, que son muchos los retos a los que se enfrenta el ganadero del siglo XXI, concluyó Echevarría.
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